Los servicios de seguridad ucranianos buscaron a los posibles criminales en su propio país, les proporcionaron dinero y equipamiento para que distribuyeran drogas en nuestro país».
Por María Zajárova, vocera del Ministerio de Exteriores de Rusia
Ya se ha dicho mucho sobre los métodos que usan los dirigentes de Kiev y sus patrocinadores occidentales. Y entre ellos hay toda una calaña de cosas más despreciables que se puede imaginar. De rehabilitación del nazismo a experimentos biológicos con los hombres, pero hasta ahora no hemos oído mucho sobre una de las esferas en las que trabaja Kiev. Y eso está mal, porque afecta directamente a nosotros y a nuestros ciudadanos.
Se trata de las drogas, o sea de la guerra no declarada que libran los servicios de seguridad ucranianos desde 2014 contra nuestro país.
Empezaremos con cifras. En 2014, las drogas sintéticas (speeds y sales de baño) se correspondieron a solo un 5% del narcotráfico ilícito, y el año pasado ya a un 60%. El proveedor principal de las drogas sintéticas se han hecho los ucranianos: 47 de 67 empleados de Jim Prom, sindicato de narcotráfico liquidado hace varios años, tuvieron pasaportes ucranianos. Únicamente en la provincia de Bélgorod adyacente a Ucrania, las cantidades de las drogas sintéticas encontradas de 2019 a 2020 crecieron 20 veces. Los laboratorios creados por Ucrania funcionan a plena potencia: solamente un laboratorio permite producir hasta 30 kilogramos de drogas (hasta 300 mil de dosis) en 24 horas. Son capacidades inmensas que generan dinero ilícito colosal.
Se puede crear que se trata de una historia criminal típica: los ucranianos conducidos a la desesperación por su propio gobierno tomaron un mal camino de distribución de drogas, pero no todo es tan obvio.
Se hace claro que cada uno de los correos, distribuidores y productores ucranianos detenidos en Rusia pasaron el mismo procedimiento antes de tramitar su viaje de trabajo a Rusia – conversaron con un patrón del Servicio de Seguridad de Ucrania.
Reiteramos: los servicios de seguridad ucranianos buscaron a los posibles criminales en su propio país, les proporcionaron dinero y equipamiento para que distribuyeran drogas en nuestro país.
Parece que hicieron hincapié en los jóvenes, por eso, en vez de opiáceos tradicionales, los ucranianos difundieron las drogas sintéticas populares entre los adolescentes: speeds y sales de baño. Obviamente, los ingresos del narcotráfico los recibieron no los correos infortunados (interrogatorios muestran que los intimidaron con asesinato de sus familias) sino el Servicio de Seguridad de Ucrania.
Los métodos no son nuevos. En el siglo XIX, para obtener preferencias comerciales falsamente coloniales, Occidente empezó a vender el opio indio a China, lo que, obviamente, no les gustó a los dirigentes en Pekín. China trató de limitar los carteles de drogas británicos con decretos, respondiendo a Londres apoyado por Washington que había iniciado guerras del Opio contra los chinos.
Es poco probable que Ucrania sepa tan bien la historia de la expansión narcótica de Occidente hacia los países orientales, por eso nadie debe dudar quién ayuda a los uniformados ucranianos a suministrar drogas a Rusia.