El próximo sábado 6 de mayo, en Tecomatlán, Puebla, iniciará un encuentro deportivo de alto significado social en el país: la Espartaqueada Deportiva, una especie de Olimpiada promovida, organizada y financiada por activistas, estudiantes y trabajadores de todo México, que durante una semana congregará a más de 8 mil atletas provenientes de todos los estados de la República, quienes sin ningún apoyo oficial se trasladarán como puedan, han colectado para sus gastos y en su mayoría descansarán en casas de campaña, carpas o aulas de las escuelas y competirán en las magníficas instalaciones de este gran municipio emblemático de la lucha social. No hay en todo México quién intente siquiera organizar algo similar sin presupuesto público a la mano. Tampoco hay, ni en el gobierno ni en las clases pudientes de nuestra patria, la menor intención de impulsar el deporte masivamente y colocarlo lo más lejos posible de la comercialización y el carácter de espectáculo comercial en que se haya postrado.
No es que los mexicanos rechacemos instintivamente el deporte. El problema es que no hay una política de Estado para promoverlo e invertir en infraestructura deportiva suficiente y moderna y tampoco está incorporado suficientemente en las actividades escolares. El deporte mexicano ya estaba postrado antes de la llegada de Morena y ahora padece un retroceso mayor. A eso se agrega un problema central del capitalismo: para las clases trabajadoras es casi imposible practicar deporte, agobiadas como están por las jornadas extenuantes de trabajo, a las que se suman decenas de horas a la semana invertidas en transportarse de la casa al hogar y de regreso, sobre todo en las mega urbes donde habitamos la mayoría de los mexicanos.
Las consecuencias de ese abandono de la actividad deportiva saltan a la vista. Un estudio publicado en el 2018 por el Instituto Belisario Domínguez concluyó que “el 33.2% de los niños de 5 a 11 años tiene sobrepeso u obesidad, para los jóvenes de 12 a 19 años la prevalencia está en el 36.3%, mientras que 72.5% de la población adulta en México padece sobrepeso u obesidad”. En cuanto al tiempo que se le dedica al deporte, el estudio concluye que “menos de la mitad de la población en México se considera activa físicamente y se estima que solo la cuarta parte de las y los mexicanos llevan a cabo la práctica físico-deportiva de manera suficiente, de acuerdo con los estándares de la Organización Mundial de la Salud”.
La inactividad es alentada por otros hábitos inducidos entre los más jóvenes: “en contraparte, la actividad sedentaria de la población infantil frente a pantallas de televisión, videojuegos, computadoras y otros dispositivos móviles está por arriba de los estándares internacionales propuestos por organismos internacionales. Ambos factores, aunado a la falta de una dieta balanceada, inciden en el aumento del sobrepeso y la obesidad, así como de enfermedades no transmisibles como la diabetes”. En resumen, los mexicanos casi no hacemos actividad física; millones de trabajadores están imposibilitados de hacerlo debido a su trabajo; nuestros niños y jóvenes padecen de una gran adicción a permanecer frente a las pantallas y nos aquejan gravemente la obesidad, la diabetes y otras enfermedades derivadas de la falta de ejercicio.
En este sentido, la Espartaqueada que organiza el Movimiento Antorchista es un ejemplo de lo que debiera hacerse en el terreno deportivo y es un desafío a quienes tienen la obligación legal y el presupuesto público para llevarlo a la práctica en todo el país. Después de un receso de varios años, obligado por la pandemia que padecimos, la gran convocatoria y el entusiasmo que se verá en las canchas y pistas volverá a demostrar, no de palabra sino con hechos verificables, que los mexicanos sí podemos y sí queremos, siempre y cuando haya quien se ponga al frente, lo promueva y lo financie, hacer que el deporte en todas sus variantes forme parte de nuestra cultura, se incorpore profundamente a la formación que todos recibimos desde niños y nos vuelva un pueblo más fuerte y vigoroso, con menos enfermedades provocadas por la inactividad y con un espíritu aguerrido y al mismo tiempo solidario.
De aquí se desprende que los trabajadores y sus familias deben incluir en sus anhelos de una sociedad mejor, la demanda de que el deporte no sea un lujo ni exclusivamente un espectáculo de paga. No es algo fácil lograrlo a nivel masivo en todo el país. Como muchas otras banderas de la lucha popular no basta explicarlo para lograrlo. Hay una muralla de intereses estructurales que se oponen, aunque no lo digan, al bienestar de las grandes mayorías. En la sociedad de la máxima ganancia para unos cuantos, a la mayoría sólo les corresponde sangre, sudor y lágrimas, como dijo el célebre y conservador Winston Churchill.
Si queremos que el deporte se masifique e incorpore como mecanismo para fortalecer a los mexicanos, se tiene que construir una sociedad donde se elimine la concentración de la riqueza en unas cuantas manos y la acumulación de los tormentos del trabajo en la gran mayoría que solo vive para laborar a beneficio de otros. Una sociedad sana, deportista, cultivada, alegre, sin pobreza tendrá que ser conseguida con la lucha política de millones de trabajadores para construir un partido, tomar el poder y gobernar a favor de esos trabajadores que son la mayoría.
Es una tarea difícil y prolongada, pero aún más difícil fue la lucha de Espartaco cuando se rebeló contra el Imperio Romano de su época, dejando un ejemplo de tenacidad, de rebeldía de esclavos que desafiaron a quienes los oprimían. Uno de los camaradas de Espartaco, ya agonizando y crucificado alcanzó a decir con determinación sobre el futuro de su causa: “Volveré, y seré millones” (Escena del libro Espartaco, de Howard Fast). Siglos después ya no queda nada de esos imperios aparentemente invencibles contra los que luchó Espartaco. En cambio, queda el ejemplo del rebelde, del solidario con los suyos, del valiente hasta la muerte. Aludiendo al nombre y ejemplo de ese gigante de la historia que, según Marx, “figura como el hombre más inteligente de toda la historia antigua, como un gran general, de carácter noble, real representative del antiguo proletariado», se realizará la Espartaqueada en la que participarán miles de atletas. Estoy seguro que el espíritu de rebeldía e inteligencia de Espartaco se percibirá en las calles, plazas, canchas y pistas de la Atenas de la Mixteca, orgullo y ejemplo de miles de luchadores sociales que buscan un mundo justo, humano… y ya son millones.