La situación de los campesinos mexiquenses es desesperada, pues creen que de persistir la situación de falta de lluvias y desabasto de agua traerá como consecuencia una terrible hambruna en la zona rural de la entidad
Laura Castillo García
A dos meses y medio de que concluya la administración pública de Alfredo del Mazo Maza, en el Estado de México, –el próximo 15 de septiembre entregará el gobierno estatal a la morenista Delfina Gómez Á.–, la titular de la Secretaría del Campo mexiquense, Leticia Mejía García, dice que el gobierno apoyará a los productores de maíz que están afectados por la escasez de agua y las olas de calor.
A diferencia de los cinco años anteriores en que la Secretaría del Campo mexiquense se mostró indiferente ante las necesidades de los campesinos que año con año solicitaron fertilizante subsidiado, pero que no se les escuchó ni apoyó, ahora la titular de la dependencia se muestra amable e interesada en dar apoyos a los campesinos que perdieron sus cultivos de maíz.
Aunque la secretaria del Campo dice que los técnicos de las delegaciones realizan visitas a los productores de maíz afectados, éstos creen que a la administración del gobernador del Mazo le queda tan poco tiempo de vida que una vez más no recibirán recursos del seguro catastrófico estatal, como lo está prometiendo Mejía García.
Para recibir ese seguro catastrófico por parte del gobierno del Estado de México, los campesinos tienen que realizar muchos trámites (solicitud, comprobante de parcela, fotografías, visita técnica de la secretaría del campo) y demostrar que su pérdida fue total y, si les va bien, después de seis meses reciben el mentado apoyo, pero es tan poco, que prácticamente solo les sirve para reponer una parte de los gastos que realizaron para ir a las delegaciones a solicitar dicho apoyo. Sobra decir que, aunque algún productor haya cubierto todos los trámites, no recibirá ningún apoyo si su pérdida fue parcial.
Aunque los campesinos demuestren que tuvieron pérdida total, tanto por falta de lluvias como por la fuerte ola de calor que azotó a la entidad mexiquense, el seguro catastrófico solo los apoya con una parte; por ejemplo, si un productor sembró tres hectáreas, el apoyo se reducirá a dos de ellas.
O sea, el apoyo nunca ha sido al 100 por ciento, y los campesinos dudan que en esta ocasión las cosas vayan a cambiar porque, dicen, “el gobierno de Del Mazo ya se va a acabar y desde hace muchos los funcionarios nos dijeron que no tenían dinero; por eso no nos apoyaron con fertilizante subsidiado. ¿Ahora que ya se van sí tienen dinero para apoyarnos? No creemos, más bien están engañando a los ingenuos”.
Es más, muchos de los productores no van a solicitar ese apoyo “porque es muy difícil que nos los den, además de que gastamos más que lo que nos apoyan: “las delegaciones están lejos y no tenemos dinero para ir y venir a cada rato; por ejemplo, de aquí de Sultepec a Toluca nos gastamos como 500 pesos por viaje, y eso no nos lo repone la secretaría del Campo”, dicen.
Miles de campesinos de las zonas norte y sur del estado, que es donde hay más incidencia de cultivos de maíz, están a punto de perder sus cosechas por la falta de lluvias y la ola de calor que padeció el Estado de México. Hace algunos días, la propia secretaría del Campo informó que en el estado existían por lo menos 700 hectáreas de maíz afectadas por la ola de calor. Y agregó que seguramente esa cifra aumentaría porque los técnicos aún no terminaban de realizar el diagnóstico toda vez que “los técnicos seguían realizando visitas a los productores han solicitado recibir recursos del Seguro Catastrófico estatal”.
Es más, los campesinos de tierra fría, los que sembraron en el mes de marzo, están resembrando –que implica más trabajo, semillas y fertilizantes–para ver si ahora sí llueve y sus tierras les dan algo para sobrevivir; sin embargo, la persistente falta de lluvias y la ola de calor prácticamente acabaron con sus esperanzas, las cuales están matando en definitiva la burocracia y lentitud del gobierno del Estado de México para apoyar a tiempo a los productores.
De acuerdo con una nota publicada por El Sol de Toluca, el presidente de la Confederación de Organizaciones Campesinas, Empresariales, Económicas y Productivas (COCEEP) en el Estado de México, Vicente Álvarez Delgado, “informó que ese sector estimaba la pérdida de producción de este año hasta en un 60 por ciento debido a la ausencia de lluvias y las olas de calor suscitadas en México.”
“Derivado de esta situación, este año se estarían produciendo entre 600 y 700 toneladas de maíz, cuando en 2021, año considerado como el de menor producción, se produjeron 2 millones 300 mil toneladas, lo que evidencia la gravedad de la situación”, lo que seguramente incrementará el costo de la tortilla y otros derivados del maíz.
La situación alimentaria en el Estado de México también se verá agravada por la disminución en un 30 por ciento de la producción acuícola, la cual también está afectada por la disminución del volumen de agua en los centros de producción y la elevación de las temperaturas, de acuerdo con la información brindada por el presidente de la Unión de Productores Acuícolas del Estado de México, Rigoberto Torres Reyes, quien prevé la disminución en la producción de trucha, carpas, bagre y tilapia, entre otros.
La expropiación de tierras y aguas para la construcción de los grandes proyectos hidráulicos, la más de las veces bajo la promesa de garantizarles el abastecimiento del vital líquido, han provocado la sobre explotación de presas, como la de Villa Victoria y Miguel Alemán, toda vez que “desde la perspectiva de las autoridades federales, el agua se ve como un recurso productivo, cuyo máximo rendimiento se alcanza en la medida que cubre la demanda en las zonas urbanas. Por razones demográficas y económicas la solución técnica ha sido la construcción de nuevas opciones de abastecimiento gracias a grandes transvases de cuencas y a construcciones de macro infraestructuras hídricas, cuyas iniciativas no prevén los posibles impactos negativos en las poblaciones rurales y en los ecosistemas localizados en las cuencas. (Orozco Hernández M.E. y A. Quesada Diez, Hacia una nueva cultura del agua en México).
Y es que, al sacar el agua de las zonas rurales, no habrá lluvias y, por tanto, abasto en las presas “todos estamos perdiendo, no hay agua y no hay maíz, se pierde el trabajo” y también disminuirá la producción acuícola.
De acuerdo con lo dicho por la directora técnica del Organismo de Cuenca Aguas del Valle de México, Patricia Labrada Montalvo, hasta el 8 de mayo pasado, la presa Villa Victoria, ubicada en el municipio con el mismo nombre, era la que menos cantidad de agua almacenaba con 25.8 por ciento. Datos preocupantes si tomamos en cuenta que, según la Comisión Nacional del Agua, para que una presa sea funcional, debe estar por arriba del 20 por ciento de su capacidad. En términos generales, la presa de Villa Victoria tiene un déficit del 30.2 por ciento, respecto de su almacenamiento histórico registrado en 56.0 por ciento y la Miguel Alemán del 31.2 por ciento, respectivamente, de acuerdo con el balance presentado por Labrada.
La situación de los campesinos mexiquenses es desesperada, pues creen que de persistir la situación de falta de lluvias y desabasto de agua traerá como consecuencia una terrible hambruna en la zona rural de la entidad, por lo que cientos de ellos ya están pensando en emigrar a otros rumbos a buscar trabajo para tener algo en las mesas de sus hogares.
Lamentablemente, muchos dejarán sus tierras y abandonarán a sus familias a fin de irse a Estados Unidos, cuestión que alegrará el presidente López Obrador, pues tendrá más remesas que presumir, como si fueran producto de su propio trabajo y no del sufrimiento de millones de mexicanos.