El Pentágono anunció el jueves que las controvertidas bombas de racimo que Estados Unidos prometió a Ucrania en apoyo a su ofensiva contra Rusia ya se encuentran en ese país.
El lugarteniente Douglas Sims, director de operaciones del Estado Mayor Conjunto, confirmó en una conferencia de prensa telefónica que esa munición ha llegado a su destino.
Estados Unidos anunció el pasado 7 de julio el envío de las bombas de racimo pese a las críticas de Alemania y otros países y de organizaciones como Human Rights Watch (HWR), a las que preocupa el impacto de ese armamento sobre la población civil.
Esas bombas se incluían en un nuevo paquete de ayuda militar valorado en 800 millones de dólares, en el que también había, entre otros, misiles para defensa aérea, sistemas antiaéreos Stinger y munición para los sistemas antiaéreos Patriot.
Según dijo la semana pasada el subsecretario de Defensa para Políticas estadounidense, Colin Kahl, las bombas de racimo sirven para asegurar el suministro de artillería en toda la coalición que apoya a Kiev.
Desde Washington se justificó entonces que las bombas de racimo enviadas a Ucrania tienen una tasa de fallo inferior al 25%.
El dato es clave ya que la principal razón de los opositores al uso de este tipo de armamento es que el proyectil dispersa una gran cantidad de submuniciones explosivas y que muchas de ellas no explotan y acaban enterradas en el suelo, donde pueden herir a civiles mucho después del final de una guerra.
La confirmación de que esas bombas ya están en territorio ucraniano llega un día después de que la OTAN finalizara su cumbre en Vilna.
La OTAN no definió un calendario específico para la integración de Ucrania al organismo, pero Biden y los otros líderes del G7 firmaron una declaración en la que se comprometieron a garantizar la seguridad de Ucrania a largo plazo.