Y es que en este México, el México de la Cuarta Transformación nos hemos visto obligados a salir a las calles a exigir se nos otorgue la clemencia de poder seguir viviendo.
Fuensanta Pérez Orona
El 27 de diciembre de 2022, durante su mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció, ante medios de comunicación, que para finales de 2023 el sistema de salud en México sería similar al de Dinamarca; sustentando esta utopía en su gastada frase de la corrupción, el mandatario nacional aseguró: “Vamos a tener un sistema de salud pública como el de Dinamarca, en donde la atención médica, los medicamentos son gratuitos. En Dinamarca tienen políticas que eran completamente inalcanzables en México, porque no hay corrupción, como la que había en México”.
Para entrar un poco en contexto, debe decirse que Dinamarca es un país escandinavo en el que su sistema de salud se basa en un modelo de centros y hospitales públicos; para su funcionamiento se le destina un aproximado del 11 por ciento del PIB, es decir de todos los impuestos recabados por su población. En este país, todos los servicios son gratuitos a excepción de la farmacia, pues cada uno adquiere sus medicamentos, hasta llegar a lo que ellos conocen como “umbral”, lo que se refiere a un tope de lo que pueden pagar, cuando los medicamentos tienen un costo muy elevado, el gobierno cubre los gastos en su totalidad; por otra parte en la odontología todos los ciudadanos tienen la atención gratuita a este servicio hasta los 18 años; en fisioterapia, el ciudadano solo paga el 40 por ciento de su totalidad; y hablando de la atención médica primaria, en más de un 99 por ciento de su población, el paciente tiene asignado un médico especialista específico, y la lista puede continuar.
En México, por otro lado, la situación es muy diferente, lo que hace precisamente que alcanzar un sistema de salud como el de Dinamarca, rápidamente expuesto más arriba, se vuelva prácticamente una utopía.
Hemos rebasado ya la mitad del año en que se establecería este nuevo modelo y la situación de la salud en nuestro país, no sólo no ha mejorado, sino que ha ido de mal en peor. Empecemos diciendo que según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), así como la Organización Mundial de la Salud (OMS), recomiendan que cada país invierta, mínimo, el seis por ciento de su PIB para su sistema público de salud, y es a partir de ahí que todo comienza a ir mal, pues según el Boletín No.2987 de la Cámara de Diputados, publicado el 27 de octubre de 2022, México destina entre el 2 y 3 por ciento de su PIB, lo que evidentemente nos deja entre 8 o 9 puntos lejos de Dinamarca.
Y ese poco recurso destinado al sector de la salud, aunado al incremento de las carencias, así como de la pobreza y la pobreza extrema, han acarreado para los mexicanos un ambiente desastroso en este sector, pues hoy por hoy son más familias y más mexicanos los que no pueden tener acceso a una atención médica ya no sólo gratuita, sino de calidad, pues hay quienes tienen que esperar hasta cuatro o más meses para poder ser atendidos, y ya cuando por fin son atendidos, muchas veces los pacientes tienen que pagar de su bolsa por curaciones y materiales. No hay de otra, les dicen.
El último informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) sobre la carencia por acceso a los servicios de salud publicado el 5 de agosto de 2021 dio a conocer datos escalofriantes pues de 2018 a 2020, la población con carencia a los servicios de salud pasó del 16. 2 al 28.2 por ciento, lo que representó un aumento de 20.1 a 35.7 millones de mexicanos; y dentro de esa población el mayor aumento se situó en la población que se encuentra en el umbral de la pobreza extrema al pasar del 25.6 por ciento al 57.3 por ciento.
Y como para nadie es desconocido, los incrementos de carencias se dan más en los ámbitos rurales que en los urbanos, lo cual, fue registrado también por el Coneval, al indicar que el ámbito urbano la población con carencia a los servicios de salud pasó del 17 al 27.4 por ciento, mientras que el ámbito rural tuvo un incremento del 13.7 al 30.5 por ciento.
En Michoacán, la situación por la que atraviesa el país, no es diferente, pues nos hemos situados como el cuarto estado con mayor aumento en la carencia del servicio de salud con 17.5 puntos porcentuales, situándose detrás de Oaxaca, Guerrero y Chiapas, con 20.7, 19.7 y 19.5 puntos respectivamente.
Y es que en este México, el México de la Cuarta Transformación nos hemos visto obligados a salir a las calles a exigir se nos otorgue la clemencia de poder seguir viviendo, tan es así que hace poco menos de un mes, más de 60 pacientes con insuficiencia renal crónica, provenientes de Ciudad Hidalgo, se manifestaron afuera del Poder Judicial de la Federación en la ciudad de Morelia, pues el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) los habían obligado a trasladarse para recibir ahí la hemodiálisis, sin que hasta el momento hubieran sido atendidos; en las pancartas de los manifestantes podía leerse leyendas como “El IMSS nos está matando”, la misma realidad que atraviesan millones de mexicanos más, diciendo además que decenas de familias se han visto obligadas a vender hasta sus casas para poder atender a sus pacientes.
Entonces, queda claro que la ocurrencia dicha a finales de 2022 ha quedado completamente rebasada; no llegaremos, en las condiciones actuales por las que atraviesa el país y con las decisiones unilaterales que se toman desde el Palacio Nacional a ser, en materia de salud, como Dinamarca, todo lo contrario, seguirán muriendo niños, jóvenes y adultos a causa de nuestro deficiente sistema de salud, mismo para el que no se han planteado soluciones reales, pues eso no puede hacerse si se ignoran el problema y su magnitud. Que quede dicho que el gobierno de la Cuarta Transformación mata a los mexicanos.