África es un continente al que las potencias occidentales han saqueado durante siglos, atraídas por sus enormes riquezas naturales y por la mano de obra esclavizada o asalariada. No obstante el saqueo, África sigue siendo inmensamente rica en recursos naturales: se calcula que en ese continente se encuentra el 46% de los diamantes, el 16% del uranio, el 13% del petróleo y el 69% de las tierras potencialmente cultivables del planeta, entre otras muchas riquezas.
El saldo de esa intervención explotadora y abusiva, que ha durado siglos, está a la vista: “En la actualidad, África subsahariana alberga al 60 % de todas las personas en situación de pobreza extrema: 389 millones, más que cualquier otra región. Aquí la tasa de pobreza se acerca al 35 %, la más alta del mundo. Para alcanzar el objetivo de reducción de la pobreza fijado para 2030, cada país de la región debería lograr un crecimiento del producto interno bruto (PIB) per cápita del 9 % al año durante el resto de la década actual. Esto representa una meta excepcionalmente difícil para países cuyo PIB per cápita creció, en promedio, un 1,2 % en los 10 años anteriores a la pandemia de COVID-19”, reportó a fines del 2022 el Banco Mundial.
El secular saqueo colonialista se intensificó a fines del siglo XIX y principios del XX. “El descubrimiento de la riqueza material del sur de África en la década de 1870 detonó la lucha por esos territorios entre los países europeos. Esa rápida carrera que llevó a siete países europeos a controlar todo un continente (en menos de 30 años alrededor del año 1900 toda África estaba bajo control occidental) atropelló a los inestables estados africanos que vieron como unos extranjeros desembarcaban a sus tierras y les arrebataban todo” (Juan Pérez Ventura, El Orden Mundial, marzo 2016). Esos países eran Reino Unido, Francia, Alemania, Portugal, España, Italia y Bélgica. También estaba presente el Imperio Otomano. En la mayoría de los países africanos ese sometimiento no disminuyó sino solo cambió de forma cuando se dieron los procesos de independencia, acelerados tras la Segunda Guerra Mundial, lo que abrió paso al neocolonialismo, o sea al control económico y político de los países ejercido sin necesidad de mantener una fuerza militar extranjera permanente en sus territorios.
El golpe militar ocurrido el 26 de julio en Niger, país ubicado en la zona conocida como el Sahel, una franja de varios cientos de kilómetros de ancho que atraviesa de Este a Oeste todo el continente africano separando el desierto del Sahara y la sabana sudanesa, ha puesto los ojos del mundo en lo que ocurre en África y ha vuelto a exhibir los resultados de la política colonialista y neocolonialista de los países europeos, particularmente de Francia, a la que se hace responsable del empobrecimiento y saqueo de ese y otros países a los que sigue sometiendo aunque tengan presidentes africanos.
Las acusaciones de intervencionismo contra Francia no son simples recursos mediáticos de quienes ahora piden su expulsión, sino que están basados en la ya larga historia de intervenciones y abusos de los gobiernos franceses: “en los últimos cincuenta años, Francia ha intervenido militarmente en suelo africano en 44 ocasiones. Hasta la década de los noventa lo hizo de manera unilateral, sin preguntar a nadie. Hoy son más precavidos y cuando actúan lo hacen bajo el mandato de algún organismo internacional. El aval no cambia el fondo. El ejército francés ha ocupado África” ( (Juan Pérez Ventura, El Orden Mundial, marzo 2016).
La razones de dicho intervencionismo son de índole imperialista, de control geopolítico y extracción de recursos. Basta un dato para entender lo que hay en juego: Niger produce, o producía, el 33% del uranio que importa Francia, y algunos países africanos todavía pagan tributos a Francia, impuestos desde las etapas esclavista y colonialista.
Francia no es el único país que tiene metidas las manos en el continente africano. “En los oscuros días de la Guerra Fría, Reino Unido y Estados Unidos ayudaron a consolidar a varios dictadores a cambio de su lealtad, desde Daniel arap Moi en Kenia hasta Mobutu Sese Seko en lo que entonces era Zaire, ahora la República Democrática del Congo. La estrecha relación entre los golpes de Estado y Francia también era mucho menos evidente en épocas anteriores: cuatro de los países que sufrieron el mayor número de intentos de golpe desde 1952 son excolonias británicas: Nigeria (Ghana (10), Sierra Leona (10) y Sudán (17)” (bbc.com, 9 de agosto de 2023).
En contrapartida a ese saqueo protagonizado por los países occidentales, desde mediados del siglo XX, en plena guerra fría, la Unión Soviética impulsó una política que buscaba crear lazos fraternales con naciones de África y de ser posible propiciar procesos de independencia y construcción del socialismo. Así, “la URSS lanzó múltiples operaciones de cooperación con el continente africano. Numerosas y diversas iniciativas se llevaron a cabo, como la venta masiva de armas, el envío de voluntarios, proyectos de infraestructuras, becas de estudios. Miles de estudiantes africanos asistieron así a las universidades soviéticas” (rfi.fr, 17 de julio de 2023). En 2018, el diario EL PAÍS publicó un reportaje sobre el documental Our África, realizado en 2018 por el director ruso Alexander Markov, en donde se rescatan imágenes de la ayuda que la URSS prestó al continente africano durante la Guerra Fría: Our Africa se presenta en varios fragmentos. Primero en qué consistió la ayuda rusa destacando un momento histórico: la construcción de la presa de Asuán en Egipto por Gamal Abdel Nasser, el presidente portavoz del socialismo árabe. En segundo lugar, las visitas de líderes africanos en Moscú como Haile Selasie (Etiopía), Thomas Sankara (Burkina Faso) o Patrice Lumumba (RDC) rindiendo pleitesía al ideólogo Lenin o visitando los adelantos espaciales en lo que se encontraban inmersos los soviéticos. También son mostradas algunas historias de vida de estudiantes africanos becados para cursar desde las carreras técnicas a las más artísticas” (Sebastian Ruiz, EL PAÍS, 4 de julio de 2018).
Esas acciones de la Unión Soviética y la actitud mostrada por el actual gobierno ruso explica que 40 países africanos hayan acudido a la Cumbre Rusia- África de San Petersburgo, convocada por Vladimir Putin. Tras declarar que «Hoy en día, África se afianza cada vez de manera más firme como uno de los polos del mundo multipolar emergente», el presidente ruso anunció la cancelación de un monto de la deuda de los países africanos con Rusia por 23 mil millones de dólares, ofreció de inmediato 90 millones de dólares para desarrollo y el envío gratuito de 25 mil a 50 mil toneladas de cereales a seis países, entre otros acuerdos.
Todos los que somos partidarios de un mundo multipolar, no sometido a ningún imperio, nos solidarizamos con los africanos que buscan caminos para lograr independencia, prosperidad y paz para millones de habitantes de África, la mayoría de los cuales han sufrido durante décadas un horrible calvario de sometimiento, crueldad, hambre y muerte. Ojalá la mano negra imperial no lo frustre nuevamente, promoviendo una nueva guerra fratricida.