La operación militar de Hamás iniciada hace poco más de una semana contra Israel es una respuesta a la ocupación genocida mantenida por el primer ministro Benjamín Netanyahu sobre la Franja de Gaza, donde 2.3 millones de palestinos tienen coartados sus derechos humanos, incluido el de comer.
De esta nueva confrontación violenta, que a la fecha ha cobrado más de tres mil vidas, son responsables el sionismo y el gobierno imperialista de Estados Unidos (EE. UU.) que, desde hace dos tercios de siglo, lo ha alentado a invadir Palestina instalando un permanente estado de guerra sobre la región y el constante rechazo a las pláticas de paz.
Desde 1948, cuando el sionismo instaló en Palestina a millones de sus colonos provenientes de varias regiones del mundo, la mayoría de Europa, el mundo árabe y musulmán ha resistido políticas de extrema agresividad, con las que Occidente insiste en preservar sus intereses imperialistas.
Actualmente, los estrategas de Washington y la Unión Europea (UE) han buscado remodelar al Medio Oriente, desmantelar la estructura político-social de los países más avanzados (como Líbano e Irak) para lanzarse contra Siria y Libia y finalmente irse contra Irán, el adversario más temido.
En todas y cada una de sus intervenciones sobre Oriente Medio, el gobierno estadounidense ha trastocado la situación política y la seguridad de los países de la región. Con el conflicto palestino-israelí se ha empeñado en neutralizar el Proceso de Paz; mientras el gobierno de ultraderecha israelí alienta el asentamiento de más colonos y el desplazamiento de los palestinos.
Esta sistemática agresividad y las actitudes discriminatorias y terroristas de Apartheid que los colonos israelíes practican cotidianamente contra ciudadanos palestinos y los lugares sagrados del Islam y el cristianismo, fue la que obligó a la directiva de Hamás a lanzar su actual escalada militar, no sin antes sopesar factores internos y externos, así como las secuelas de esta nueva confrontación bélica.
Los palestinos de Gaza han reaccionado también contra la imposición del “castigo” israelí por haber elegido al movimiento Hamás como su gobierno en 2007, a pesar de que Occidente se refiere a éste como “terrorista” y sitió a los palestinos para obligarlos a deponerlo.
La sumisión de los palestinos en la desesperanza ha sido por años el objetivo del ocupante israelí con el apoyo y la complicidad de Washington y sus aliados de la UE, que hoy se sorprenden por la reacción de Hamás contra el invasor. Debemos insistir en que esta respuesta fue producto de un riguroso plan estratégico que no dejó nada en manos de la improvisación o capricho, y se ha ejecutado a la perfección.
Parte de guerra
El seis de octubre era la fiesta sagrada del sabbat judío, periodo de recogimiento familiar antes y después de asistir a la sinagoga. Al amanecer, una lluvia de cohetes procedente de Gaza –la sitiada ciudad palestina– anunciaba el inesperado ataque. De inmediato se activaron las sirenas de alerta en toda Palestina; es decir, en urbes y poblados erigidos por el ocupante sionista.
Al principio, la lluvia de cohetes a gran escala demostró que los militantes del interior y de fuera de Gaza estaban bien coordinados. Aunque la prensa corporativa subraye que los palestinos dispararon más de cinco mil cohetes contra objetivos israelíes, omite que el avanzado sistema de defensa antimisiles israelí “cúpula de hierro”, detuvo el 90 por ciento de estos pequeños proyectiles.
La agresión por aire, tierra y mar ocurrió en un contexto geopolítico que EE. UU., Tel Aviv y sus aliados intentaron encubrir. Primero, que se eligió para un día de gran significado histórico: era el 50 aniversario de la llamada Guerra de Yom Kipur (Guerra del Ramadán o Guerra de Octubre, entre los Estados árabes e Israel) que se libró durante 19 días y concluyó el 24 de octubre con la derrota árabe.
En segundo lugar, la operación sorpresa de Hamás minó el curso de las negociaciones entre Israel y Arabia Saudita para normalizar sus relaciones. De este modo, el grupo palestino que gobierna Gaza asestó un fuerte golpe al interés estadounidense por reunir a sus dos mejores aliados en el Medio Oriente.
En tercer lugar, la operación exhibió que la famosa “impenetrabilidad” de la barrera antimisiles israelí no lo es tanto, ya que Hamás infiltró combatientes por 27 sitios de la valla con sensores de movimiento y cámaras de grabación infrarroja que circunda a Gaza.
Entre los sitios filtrados se encontró la lejana ciudad sureña de Ofakim, a 22 kilómetros de Gaza; también llegaron a Ascalón, en el norte, donde se hallan las estratégicas bases militares de Nahal Oz y de Re’im. Los milicianos palestinos llegaron por vía terrestre en motocicletas y camionetas pick up, que cruzaron la alambrada de la barrera “inexpugnable” mediante huecos abiertos con retroexcavadoras.
Otros ingresaron en lanchas rápidas desde el mar y unos más atacaron los siete pasos fronterizos: seis bajo control israelí y uno egipcio. Las cámaras de vigilancia mostraron cómo esas posiciones fueron tomadas por grupos bien organizados en Erez, en el norte, y en Kerem Shalom, en el sur.
De ahí que la operación destruyera la percepción –largo tiempo sostenida– de que Israel tiene “ojos y oídos en todos lados” dentro de Gaza, a la que mantiene bajo férreo control desde hace décadas.
Un hecho inédito logrado por esta operación fue la toma masiva de cautivos (soldados y civiles), cuya cifra oscila entre 50 y 100 capturados en la ciudad de Sdereot durante el festival musical cercano a Be’eri. El servicio de rescate Zaka removió 260 muertos en este sitio, aunque la cifra exacta podría ascender cuando concluyan las labores forenses.
Por ello es dudosa la versión de que únicamente los milicianos de Hamás, a bordo de una camioneta Van, consumaron esa captura y que libraron una batalla “por horas” con los asistentes al concierto.
Logros y retrocesos
Pese al criminal castigo que el ocupante ha impuesto a los dueños de la tierra en Palestina, es posible concluir que la operación ya sumó un triunfo estratégico a Hamás. Sorprendió a la inteligencia israelí por su rapidez y abrumadora capacidad para infiltrar a decenas de sus miembros en localidades israelíes.
De ahí la letal respuesta de Benjamín Netanyahu, quien declaró: “Ciudadanos de Israel, estamos en guerra. No es una operación, no son rondas de combate, es una guerra con significantes pasos militares”; y anticipó que será larga y difícil porque su objetivo será destruir las capacidades militares y gubernamentales del grupo palestino.
El polémico primer ministro israelí, que libra una feroz lucha contra el Poder Judicial –que se mantiene neutral frente al conflicto– reveló que la contraofensiva sobre Hamás “sólo ha comenzado; pues lo que haremos en los próximos días les repercutirá por generaciones”.
Esto demuestra que el gobierno prevé un periodo de guerra más largo, intenso y significativo; pues en las pasadas cuatro décadas, Israel ha lanzado grandes operativos contra Líbano y Gaza, pero sin una declaración formal de guerra como la actual, estima el director del Instituto Israelí de Democracia, Yohan Plesner.
En consecuencia, decenas de aviones de guerra dispararon toneladas de explosivos sobre más de 120 objetivos, uno de ellos el campo de refugiados de Jabalia. Al anunciar la operación Espadas de Hierro, Daniel Hagari advirtió: “continuaremos atacando de esta forma, con esta fuerza, continuamente, sobre todos los sitios de reunión y rutas que usa Hamásˮ.
Poco después, la agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNRWA) denunció que al menos 74 mil habitantes de Gaza han sido desplazados y que un refugio instalado en una escuela fue agredido con misiles.
¿Qué esperar?
En cuanto a los cautivos (soldados y civiles, entre ellos extranjeros) capturados en Israel y llevados al interior de Gaza, se espera que sean intercambiados para liberar a miles de palestinos presos. Aunque no se ha definido la cifra, el ejército israelí admitió que su número es “significativo”.
La situación de los cautivos definirá las próximas ofensivas israelíes sobre Gaza; pues no querrá arriesgar a los suyos. Un funcionario egipcio indicó a la prensa occidental que Israel ha solicitado ayuda a su país para garantizar la seguridad de los rehenes, y que el jefe de la inteligencia egipcia contactó a Hamás para mediar.
Con clara intención disuasiva, EE. UU. envió a su mayor acorazado al mar Mediterráneo oriental para apoyar a Israel, afirmó el secretario de Estado Antony Blinken. Entre tanto, en el congreso estadounidense, la legisladora demócrata Rashida Tlaib (única palestina americana en ese órgano) pidió terminar la ayuda a Israel; pero su colega republicano Ritchie Torres calificó la petición como “repulsiva” y señaló que la ocupación israelí es “resistencia”.
En la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, declaró que sólo la solución de los “dos Estados” permitirá la coexistencia pacífica de Israel y Palestina. Por su parte, la República Popular China (RPCh), la Unión Africana y los Emiratos Árabes Unidos exigieron la desescalada militar y la rápida reanudación de las conversaciones de paz.
Sólo un sector social estadounidense vio algo “positivo” en la actual confrontación bélica. Para el analista del Banco de América, Ronald Epstein, el conflicto iniciado en Medio Oriente no es la habitual escaramuza, sino algo potencialmente mayor; y un riesgo de larga duración podría llevar a EE. UU. a aumentar sus inversiones en defensa.
Fabricará municiones y sistemas de armas rápidamente y en mayor volumen. Definitivamente, EE. UU. proveerá municiones, misiles y sistemas antimisiles para sus dos aliados (Ucrania e Israel) en un nivel más alto de suministro para sus propias necesidades, resaltó.
También es previsible que esta situación agudice la oposición contra el gobierno israelí. Cada sábado al anochecer, cientos de miles de personas salen de sus casas para protagonizar la llamada “rebelión interna”. El analista Charles Enderlin informa que algunos manifestantes enarbolan la bandera nacional y otros sólo pancartas fabricadas para la ocasión. Todos proclaman: “demokratia (democracia en hebreo) y entonan la consigna contra el gobierno: “Se toparon con la generación equivocada. Si no hay igualdad, derrocaremos al poder”.
Presiones sobre México
La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) se posicionó a favor de Israel en su comunicado 417, en el que condenó “inequívocamente los inconducentes ataques ocurridos contra el pueblo de Israel” cometidos por Hamás y otras organizaciones palestinas en Gaza.
Como si el Gobierno Federal ignorase la dramática historia del pueblo palestino bajo la ocupación ilegal de Israel, repite la arbitraria narrativa que califica como “acto terrorista” a la lucha por la autodeterminación y contra el Apartheid.
La declaratoria oficial, además, “reconoce el derecho a la legítima defensa que asiste a Israel”, sin decir una palabra del bloqueo genocida contra los 2.3 millones de habitantes de Gaza. Aunque manifiesta su “máxima preocupación” y condena todo acto contra civiles.
Pese a ello, la embajada de Israel en México condenó la posición del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) cuando, durante su conferencia matutina del lunes nueve de octubre, demandó: “Lamentamos que no haya adoptado una actitud más enérgica. Valoraríamos que el gobierno mexicano considerara una posición que condene de forma contundente los actos barbáricos” perpetrados por Hamás.
En total contraste a la posición mexicana, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, escribió en su cuenta de X: “Naciones Unidas ha expedido con el voto mayoritario de las naciones del mundo resoluciones solicitando el cese de la ocupación israelí sobre Palestina y que se mantengan vigentes los acuerdos de paz, desconocidos hasta hoy. Ésa es nuestra posición como Gobierno de Colombia”.
La cancillería boliviana expresó su profunda preocupación ante los eventos en la Franja de Gaza y aclaró que la “inacción del Consejo de Seguridad de la ONU, como organización encargada de promover la paz y los derechos humanos, no puede seguir ignorando las consecuencias de esta situación. Tenemos la responsabilidad histórica de superar esta situación crítica buscando soluciones de fondo”.