AMLO debe entender que sin agua no hay vida, no hay desarrollo humano ni económico posible para México. Nuestro futuro como nación depende de que se tomen hoy las decisiones correctas antes de que sea demasiado tarde.
Isaías Chanona Hernández
México enfrenta la peor crisis hídrica de su historia. Por primera vez, más del 60 % del territorio nacional presenta niveles extremos de sequía que empeoran cada mes, según los últimos estudios de la UNAM. Entidades del norte como Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Sonora registran escasez superior al 80 % de su territorio.
Pero también regiones históricamente húmedas como el centro y el sureste evidencian un acelerado avance de la desertificación. Esto incluye a estados altamente poblados como CDMX, Estado de México, Morelos, Puebla y Oaxaca. De continuar las tendencias actuales, para 2030 la mitad del país será un desierto inhabitado.
En Tlaxcala, el 37 % del estado ya registra sequía extrema y el 46 % sequía severa. De las trece presas de la entidad, once están por debajo del 50 % de su capacidad y cuatro de ellas tienen cero litros almacenados. Los mantos acuíferos de Apizaco, Calpulalpan, Nanacamilpa y Xaltocan fueron declarados sobreexplotados por la Conagua desde 2019.
Esta devastadora situación es consecuencia directa del cambio climático, pero se ve dramáticamente agravada por la negligencia criminal del Gobierno de AMLO y Morena. Pese a las reiteradas advertencias de la ONU desde 2020 y los estudios de la Conagua que detallan la gravedad de la crisis hídrica, no se han destinado los recursos necesarios para infraestructura ni para políticas de conservación y reuso del vital líquido.
Por el contrario, AMLO recortó 75 % del presupuesto a infraestructura hídrica en 2021 y otro 60 % en 2022, sumando un acumulado de 180 mil millones de pesos menos para atender la crisis. Esta irresponsabilidad calculada viola flagrantemente nuestro derecho humano al agua e hipoteca el futuro de millones de mexicanos.
Hoy 60 millones viven en zonas de alto estrés hídrico y más de 9 millones carecen de acceso al agua potable. Pero si no se actúa ya, en menos de una década 100 millones de compatriotas sufrirán escasez extrema. Se proyectan éxodos masivos de regiones rurales hacia las ciudades y un freno total del desarrollo económico del país.
Ante este sombrío panorama, la respuesta de AMLO ha sido burlarse del problema, afirmando que “falta agua porque se robaban todo”. Su Gobierno no tiene políticas reales para enfrentar la crisis; sólo ideas inviables como el AIFA o el Tren Maya que agravarán el ecocidio.
Por ello, exhorto enfáticamente al presidente y su partido a dejar de lado su negligencia criminal y ejecutar ya acciones decisivas para rescatar a México del desastre hídrico.
Se requiere con urgencia un plan hídrico sustentable, integral y de gran visión para garantizar el agua de todos. Un plan que amplíe la infraestructura de captación, saneamiento, potabilización y distribución del vital líquido, especialmente en comunidades rurales. Que frene sobreexplotación de mantos acuíferos y contamine ríos y lagos.
También un plan que eduque en cultura del cuidado del agua desde las escuelas y fomente tecnificación agrícola para reducir desperdicio.
AMLO debe entender que sin agua no hay vida, no hay desarrollo humano ni económico posible para México. Nuestro futuro como nación depende de que se tomen hoy las decisiones correctas antes de que sea demasiado tarde.
¡Implementar políticas hídricas responsables es la única opción para legar un país viable a nuestros jóvenes e infantes! De ello depende también su legado histórico.