«Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí».
Augusto Monterroso
Ignacio Mejía
Como en los viejos tiempos, el PRI se llevó carro completo en los primeros comicios durante la pandemia. Celebra su triunfo en dos estados donde nunca ha perdido la gubernatura, pero con poca participación popular: en Hidalgo, se quedó con 32 de 84 presidencias municipales, mientras en Coahuila, obtuvo los 16 distritos. El retroceso de Morena en ambos estados -donde ganó las senadurías en 2018- es innegable, aunque el presidente Alfonso Ramírez Cuéllar acuse de irregularidades en Coahuila y compra de voto, adelantando que no reconocerá los primeros resultados y esperarán a los cómputos distritales.
Hago notar las opiniones de quienes se disputan la dirigencia morenista: Mario Delgado dijo que esas elecciones “además de poner en evidencia que el PRI sigue recurriendo a sus viejas prácticas antidemocráticas, confirman que Morena necesita unidad rumbo a al 2021”; Porfirio Muñoz Ledo, por su parte, sostuvo que “las elecciones de Coahuila e Hidalgo constituyeron un serio revés para nuestro partido. Demuestran que necesitamos un partido sólido y organizado. Si AMLO no fuera presidente hubiera hecho campaña y revertido la situación. Urge la reorganización de Morena como lo he propuesto”. Gibrán Ramírez a modo de vaticinar su derrota y tratar de justificarla decía que “hay que recordar que ambos estados son víctimas del atraso político y electoral más corrupto del siglo pasado: el PRI”. A su vez la senadora Citlali Hernández ve como un “logro que Morena sea segunda fuerza en bastiones priistas”.
No faltaron los típicos comentarios de los elementos más fanáticos y caricaturescos como Antonio Attolini, que dijo que “la saliente dirigencia nacional, pero sobre todo la actual dirigencia estatal, no estuvieron a la altura”, amenazando que, en 2021, ahora sí, sin falta joven. Abraham Mendieta insiste “en que, aunque no hubo voto de castigo contra Morena, sí se desperdició una gran oportunidad de mandar las viejas prácticas electorales al basurero de la historia”. Más adelante dijo ante un medio que “fuimos a documentar esas irregularidades que sabíamos que evidentemente iban a ocurrir, es mucho más fácil operar un distrito en concreto que operar una elección gigante como es la del 21, hay muchas diferencias, pero también tenemos que sacar varias enseñanzas: 1) que las estructuras clientelares del PRI no están muertas, lo que está muerto es el partido como una organización que puede ofrecer algo diferente a la sociedad. 2) Si la gente no sale a la calle a votar al final el voto comprado pesa mucho más. Termina diciendo que es “terrible ver a la dirigencia de Morena enfrascada en grillas internas, en pugnas por la dirigencia mientras que la gente con su mayor esfuerzo y con su mayor cariño estaba enfrentándose a la maquinaria mafiosa del PRI en Coahuila y en Hidalgo, que son los únicos dos bastiones que prácticamente le quedan”.
Si retomo dichas declaraciones es para hacer notar que, aunque enfatizan más en la maquinaria priista para explicar su derrota, nadie deja a un lado la necesidad de la unidad en Morena. Por su lado muchos analistas no consideran estos resultados como tal una derrota para Morena, argumentado que lo que se estuvo en juego es muy pequeño en comparación con las elecciones del 21, pero al mismo tiempo también sostienen que sí es una alerta para enfocarse en el territorio y alejarse de las pugnas internas. ¿Es la unidad el factor determinante para que Morena gane el próximo año? Pasemos a los datos.
En clara conveniencia el presidente del PAN, Marko Cortés, dijo que «lamentablemente triunfó el abstencionismo, el gasto electoral disfrazado de política social y el miedo a contraer el covid», pues la participación ciudadana no superó el 50% del electorado en ambas entidades. En Coahuila, la lista nominal del estado tiene un registro de 2 millones 220, 746 personas (39.3842 %), este domingo sólo votaron 843,000, que a su vez dejaron 29,016 votos nulos y 3,944 votos por candidatos no registrados. En Hidalgo, la lista nominal es de 2 millones 190, 594 ciudadanos, pero la participación fue de 48.96 %, según el programa Preliminares Hidalgo 2020, que el Instituto Estatal Electoral (IEE) utilizó luego de que el INE determinó no usar el PREP, “debido a errores metodológicos y técnicos en él”. Hay que destacar que en ambas entidades la participación fue menor a la que se registró en 2018 (donde Coahuila tuvo una participación de 63.59 %, e Hidalgo, de 65.27 %), y aunque Morena se posicionó como segunda fuerza desbancando al PAN, el número de votos disminuyó, donde el PRI concentra el 49.12 %, Morena el 19.69 % y el PAN el 10.17 %.
Ahora bien. Se acercan las elecciones que ya son catalogadas como “el proceso más grande y complejo de nuestra historia”, pues se renovarán más de 21 mil cargos de elección popular, y debido a la reforma electoral del 2014 se elegirán simultáneamente los puestos a cargos federales y locales en los 32 estados. Según el INE para estas elecciones están convocados casi 95 millones de electores registrados, es decir, 5 millones más que en 2018. Van a participar 10 partidos políticos: PAN, PRI, PRD, PT, PVEM, MC, Morena, Partido Encuentro Solidario, Redes Sociales Progresistas y Fuerza Social por México. Actualmente los estados están repartidos de la siguiente manera: PRI 12, PAN 10, Morena 6, PRD 1, MC 1, PES 1, I 1, de los cuales se pelearán 14 gobernados de la siguiente manera: Morena: BCN; PAN: BCS, Chihuahua, Nayarit, Querétaro; PRI: Sonora, Zacatecas, SLP, Colima, Guerrero y Tlaxcala. Independiente: Nuevo León. PRD: Michoacán
Las últimas encuestas de El Financiero nos dicen que la intención del voto para mayo estaba de la siguiente manera; Morena 19 %; PAN 10 %; PRI 8 % PRD: 0 %. Pero ojo, el 48 % respondía que ningún partido o que no sabía, donde cobra sentido el alto porcentaje de abstención en la elección del domingo. Este indicador nos dice que, si bien es cierto que la oposición no tiene la fortaleza suficiente, tampoco el partido en el gobierno la tiene fácil, sobre todo tomando en cuenta la suma de los saldos negativos que les está trayendo la pugna interna, aunque no sólo eso ni en mayor medida.
Como los propios morenistas lo dicen, AMLO es su mejor carta, pero tampoco es seguro que eso les alcance agregando además que él no vendrá en la boleta. La aprobación de AMLO ha cambiado de la siguiente manera: en diciembre de 2018 tenía el 77 % de aprobación y un 19 % de desaprobación; en el 2019 tuvo el 72 % de aprobación y 27 % de desaprobación; este mes tiene el 59 % de aprobación y un 40 % de desaprobación. ¿Cómo se explica esto? Que el discurso pseudoprogresista de AMLO, que tantas ilusiones generó en sus votantes, se estrella contra la realidad, por un lado esas alianzas con los empresarios que despiden y precarizan la vida de las mayorías a quienes él denominaba “la mafia del poder” antes de ser presidente; con enemigos de los derechos de las mujeres y la comunidad LGTBI, como el PESH, y entreguistas del país que se venden al mejor postor, como el Partido Verde, por otra parte, la actitud dictatorial que ha venido plasmando en leyes a modo, la descalificación y persecución a toda oposición; y, por si no bastara, el abandono a las inmensas mayorías en tiempos de pandemia, que seguramente tomaron lo poco que les dio el PRI a cambio de su voto, pues de promesas nadie come.
Muy seguramente todo lo que ellos acusan que hizo el PRI es cierto, pero no toda su derrota se puede explicar de esa manera. Lo cierto es que la ciudadanía está dejando en evidencia que no confían más en su supuesta 4T, que la manera tan inepta en que están administrando las crisis sanitaria y económica les está pegando duro. No olvidemos el casi nulo apoyo a su encuesta para enjuiciar expresidentes y la compra de boletos para la rifa no rifa del avión no avión.
Es claro, entonces, que Morena sale muy mal de esta primera contienda, pues tampoco hay que olvidar que al carecer de una estructura y de cuadros, tiene que hacer uso de candidatos dudosos como el candidato pegado al más reciente escándalo de corrupción, el Patronato de la Universidad de Hidalgo. Nada bueno para el partido que prometió el cambio para más de 30 millones de personas. Aunque el Tribunal Electoral falle a favor ellos, esas maniobras legales no ocultarán el desgaste del gobierno, por el mal manejo de la pandemia, la implementación de despidos del sector público en nombre de la falsa austeridad republicana, el aval a despidos y recortes salariales en el sector privado, la continuidad de los megaproyectos, el empoderamiento del ejército y la actitud servil ante el gobierno de Estados Unidos, fungiendo como Border Patrol contra los migrantes.
En conclusión, si bien es cierto que los niveles de aprobación del presidente y la intención del voto por Morena, son todavía significativos, también es cierto que su trayectoria es descendiente y conforme vayan surgiendo más saldos negativos por la crisis económica y de la pandemia va ir descendiendo cada vez más.
Por su parte, aunque el PRI quiera hacerla de ave fénix, tampoco su victoria se debe a que la gente comience a creer en el partido, podríamos decir que lamentablemente está sucediendo lo mismo que pasó en el 2012, que el pueblo mexicano tienda a resignarse como reza el dicho popular: más vale malo conocido que bueno por conocer. Y esto sí debe preocupar y ocupar a quienes plantean otra salida.
Termino. Es claro que tenemos un sistema de partidos desfondado, con un electorado no alineado cada vez más amplio sin preferencia política declarada o clara de cara al 2021, pero existe una elección viva, con mucho margen de maniobra y de campaña. Aunque Noroña diga que van a demostrar su fuerza en el 21 nada está escrito aún señores. Si los morenistas despiertan – si es que lo hacen- pueden asegurar su victoria, pero como ya es demasiado tarde, como creo que lo es, van a hacer uso de todo lo que acaban de criticar con tal de quedarse en el poder. Al tiempo.