SEXTANTE
Por: Costeau
Dentro de tres años se cumplirán tres décadas de la caída del socialismo en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), el experimento más importante de la humanidad –hasta ahora– por alcanzar una sociedad profundamente justa y sin explotación del pueblo trabajador; una sociedad cuya finalidad era la formación de seres humanos ajenos completamente de las taras, los vicios y los atavismos propios de las comunidades clasistas, responsables de los peores flagelos que ha padecido el género humano, como hambre de cientos de millones de personas, como la descomunal desigualdad entre un puñado de plutócratas que apenas suman unas cuantas decenas de miles de familias y el resto de la humanidad. Hago este comentario porque en esta ocasión, amable lector, quiero reseñar y analizar una cinta soviética filmada en 1971, Los oficiales, del director Vladimir Rogovoy, quien narra la historia de un militar soviético –y su familia– que participa en las distintas luchas del Ejército Rojo, primero contra los enemigos de la revolución socialista en Daguestán tras el triunfo de los bolcheviques en 1917; después contra el ejército japonés que invadió a China; más tarde combate en la Guerra Civil Española, cuando el general fascista Francisco Franco enfrentó a los republicanos y patriotas españoles que apoyaban la URSS y luego en la gran guerra de resistencia a la invasión de los ejércitos hitlerianos que querían destrozar y someter a la sociedad soviética entre 1940 y 1945.
En toda su agitada y heroica vida, Alexei estuvo rodeado por seres humanos de gran calidad ética y profunda convicción –como él mismo– que siempre tuvieron fe en el triunfo de los ideales comunistas. En ese círculo cercano estuvo su esposa, su mejor amigo, después su hijo Egor, la esposa de éste y, por último, su nieto. Todos involucrados en la lucha por defender a su patria, todos oficiales del heroico Ejército Rojo.
Desde la perspectiva de la crítica burguesa, éste y casi todos los filmes soviéticos –así como la misma literatura y el arte desarrollado en la patria de Lenin durante el periodo socialista– fueron un arte “ideologizado”, un arte que no era considerado como tal porque trataba de imponer una ideología, lo que iba en contra de la esencia misma de la actividad artística dominante; pues para la clase capitalista y sus palafreneros periodísticos y literarios, el arte debe ser “puro”, no estar contaminado por una orientación política e ideológica. Pero resulta que al revisar la actividad cinematográfica –así como la literaria y las obras artísticas en general– de las sociedades capitalistas, nos encontramos con que ese arte “puro” no existe, pues la inmensa mayoría de los filmes realizados son verdaderas apologías del individualismo, las ambiciones personales de algunos individuos y la ideología burguesa.
En Los oficiales encontramos, sí, una inocultable orientación ideológica que resuma humanismo, que nos brinda una imagen de las grandes dificultades que tuvo la Unión Soviética para vencer los terribles obstáculos que le fueron impuestos por los más grandes carniceros de la historia. Ésta es una cinta típica del realismo socialista y un ejemplo de buen cine. Todas las grandes obras artísticas, desde los inicios de la civilización humana, han sido promotoras de los paradigmas que inspiran a las distintas generaciones. Entre ellas están, por supuesto, la Iliada y la Odisea de Homero.