- Entre los mexicas simbolizaba la pureza y la nueva vida que obtenían los guerreros muertos en batalla, además de conferirle un uso medicinal
- Los misioneros franciscanos aprovecharon el uso ritual de los pueblos originarios para adaptarla a la celebración de la Navidad
La flor de nochebuena es una de las herencias bioculturales de México con mayor presencia durante las fiestas decembrinas alrededor del mundo. Su historia se remonta a los pueblos originarios de nuestro país. Para los mexicas simbolizaba la pureza y la nueva vida, atributos que retomaron los frailes al colocarla en los Nacimientos, previo a la celebración de la Navidad.
“El amor de nuestros antepasados hacia plantas y flores se revela en la creación de jardines botánicos que albergaban especies maravillosas. Nezahualcóyotl fundó el primero del que se tiene noticia, reunió una espléndida colección y mandó pintar las plantas y flores que no podía obtener para que hubiera constancia de ellas”, refiere Sonia C. Iglesias y Cabrera en el libro Navidades mexicanas, editado por la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas (DGCPIU) de la Secretaría de Cultura.
Reyes mexicas también eran afectos a los jardines botánicos, escribe la antropóloga. La diversidad y belleza de plantas y flores impresionó a los conquistadores españoles, quienes advirtieron los múltiples usos que los indígenas les daban: ornamental, medicinal, como alimento y para ceremonias rituales. Fue el caso de la flor de nochebuena, en náhuatl cuetlaxóchitl, “la flor que se marchita.
La internacionalización de la nochebuena, también conocida como flor de pascua, flor de fuego, santa Catarina, catalina y bandera, entre otras denominaciones, sucedió en el siglo XIX, cuando Joel Poinsett, botánico y primer embajador norteamericano en México, la llevó a su pueblo natal, Charleston, en Carolina del Sur, donde pronto se aclimató y se difundió por los demás estados de la Unión Americana, para después llegar a Europa.
A decir de Iglesias y Cabrera, Poinsett nunca mencionó que fuera una flor mexicana, y durante mucho tiempo se pensó que su origen era norteamericano; incluso uno de los nombres con que se le conoce es Poinsettia pulcherrima. Hoy en día los horticultores han desarrollado otras variedades de la nochebuena, con hibridaciones que dan como resultado tonalidades como el amarillo, rosado, durazno, rojos más vivos o jaspeados.Millones de hogares y espacios públicos son adornados con la flor de nochebuena, emblema de México y símbolo en todo el mundo durante las celebraciones decembrinas.