Después del Big Bang lo primero que apareció en el Universo fueron las partículas elementales: fotones, protones, neutrones —que conforman a los átomos—, siendo el hidrógeno, deuterio y helio los primeros átomos que se formaron. La fabricación de elementos empezó aproximadamente a los 10 segundos de esa gran explosión y en menos de ocho minutos, se calcula, cerca de la cuarta parte de la masa del Universo se convirtió en núcleos de helio, mientras que el resto de hidrógeno.
Tanto el hidrógeno (cuyo símbolo es H) como el helio (He) son los elementos químicos más abundantes en el cosmos, acaparan el 97% de la materia (90% y 7% respectivamente); no obstante, en la Tierra son escasos, 15% de los átomos son de hidrógeno, pero por su ligereza constituyen el 0.9% de la masa, mientras que del helio no existen estimaciones absolutas, solo que en la atmósfera terrestre su presencia es de 0.00052%.
Laura Gasque Silva, profesora de la Facultad de Química de la UNAM, indicó que en la Tierra “hay mucho hidrógeno, pero combinado químicamente; de hecho, en todas las moléculas orgánicas hay, así como en el agua, gasolinas y alcoholes, y para obtenerlo se requiere un gasto de energía, si se logra que ese gasto sea renovable mediante energía solar o eólica sería más factible su uso”.
Comentó que el H se obtiene por electrólisis con una pureza mayor al 99.95% a partir de carbón, hidrocarburos ligeros y agua a temperaturas cercanas a 1000 ºC y con ayuda de un catalizador. Mucho se menciona de este elemento, el primero de la tabla periódica por ser el más ligero, como el combustible del futuro, sin embargo, antes se debe garantizar que no sea demasiado riesgoso su manejo.
Al día de hoy se utiliza para producir amoniaco, en la fabricación de fertilizantes, para hidrogenar diversos compuestos orgánicos como las margarinas, para producir metanol, es el combustible que impulsa cohetes espaciales y automóviles, aunque en éstos últimos todavía es una tecnología cara.