En el desarrollo de la ciencia, México ha recorrido un sendero plagado de escollos que, sin embargo, generó una cultura científica que las autoridades del sector no debieran echar abajo, sino proveer los recursos necesarios para continuar la formación de profesionales, señaló la doctora Rosa María Velasco Belmont, investida como Profesora Emérita de la Universidad Autónoma Metropolitana el pasado 17 de octubre.
La segunda mujer del grupo de 12 investigadores reconocidos con la máxima distinción que la Casa abierta al tiempo otorga a sus académicos, señaló que “no se debe hacer política científica generando caos”, ya que los cambios rápidos en el ramo “no son factibles, mucho menos en México, donde todo ocurre a una velocidad diferente”.
El gobierno federal debiera garantizar el presupuesto para seguir generando profesionales y conocimiento que se convierta en aplicaciones prácticas, es decir, que haya una cadena con eslabones que lleven el saber a la industria, pues sin los enlaces intermedios será difícil obtener desarrollos que beneficien a la sociedad.
También es indispensable una infraestructura apropiada para cumplir todos los pasos intermedios en el logro de esos objetivos, pero “lamentablemente no veo que eso esté sucediendo y, por tanto, no percibo un futuro con mucho optimismo”, expresó la docente, quien por casi 50 años ha impartido cursos de licenciatura y posgrado en la UAM, la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Politécnico Nacional.
La labor de divulgación de la ciencia es fundamental “en un país como el nuestro, donde se conoce poco sobre estos temas” y mucho de lo que se cree es errado, agregó la también Profesora Distinguida de la Institución, cuyos investigadores consideran una tarea sumamente importante la difusión del trabajo científico y que “el público tenga una idea de por qué nos interesa éste”.
Como estudiosos, “la ciencia nos ocupa porque vivimos en un mundo natural”, aunque en general “no nos damos cuenta de que en la vida diaria usamos leyes de la física y nos preguntamos cómo son; cómo funcionan; por qué tal aparato opera de una manera y no de otra; por qué un animal vuela y cuáles son las características que le permiten hacer esas evoluciones en el aire”.
Pero no sólo “hablamos de seres vivos, porque la propia naturaleza tiene sus dinámicas y es importante entenderlas y poder hacer algo sobre ellas, ya sea para nuestro beneficio o para el del propio universo”, consideró la docente del Departamento de Física de la Unidad Iztapalapa.
La gente sabe sobre la gravedad derivada del calentamiento global del planeta, pero “debemos entender aspectos relevantes del comportamiento de la atmósfera para entonces hacer algo en torno a ello”.
La física sostuvo que con la distinción recibida adquirió diferentes compromisos: uno es con la Institución y con la ciencia misma; otro con los estudiantes, en el sentido de tratar de transmitir lo mejor posible “la experiencia que como investigadora he acumulado para que ellos puedan aprovecharla, aunque también para entender que el científico aprende de sus alumnos y que ésta es una experiencia maravillosa”.