Por: Donato Márquez
La Cuarta Transformación de López Obrador se ha apartado de la sociedad mexicana hasta el punto de que, entre ambas, existe una contradicción manifiesta. Bastaron sólo unos meses para ahondar aún más la desigualdad social y económica ya existente en nuestra patria, el Gobierno de la 4T está hendida y rasgada por múltiples conflictos, pero continúa -por todos los medios a su disposición- presentando una imagen de un proyecto sin fisuras. En el umbral de la presente década se implantó un “nuevo gobierno” en la vida política de México, demasiado entusiasta (al principio) en la soberanía popular, pero resultó ser un pálido atisbo de la tan cacareada transformación.
Hoy, vemos desfilar opiniones, columnas, reportajes, “investigaciones” de aquellos hombres y mujeres relajados por el escepticismo, atontados por la pedantería, propensos a los discursos de arrepentimiento. Se han cansado pronto de la tan soñada transformación, sueñan ahora con su entierro, pero no han dicho quién puede ser la posible sustitución de esta aventura que dirige el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador. La nueva situación que enfrenta nuestro país no admite lloriqueos pusilánimes, el Movimiento Antorchista Nacional no ha perdido la confianza de defender hasta el final los intereses inmediatos e históricos del pueblo mexicano, se prepara para afianzar el carácter firme entre las masas populares y enfrentar el revés temporal que ha sufrido la historia política de México.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI), el proyecto político que por más de siete décadas ocupó el poder, camina y está llegando al borde del suicidio. Su silencio traidor ante la Cuarta Transformación y ante la crisis provocada por la pandemia revela su alma vencida para siempre. Las voces más importantes e históricas del PRI, están ausentes ¿dónde están? ¿qué fue de las ideas que emanaron de la Revolución Mexicana? ¿quién está con el pueblo, con los campesinos, con los obreros, de las amas de casa, de los estudiantes y maestros? Ningún club o grupo de amigos se ha manifestado ¿alguien ha dicho siquiera esta boca es mía, sobre los malos resultados de AMLO en el combate al covid-19?
No he leído ni conozco un pronunciamiento político claro, concreto y preciso del Partido Acción Nacional. Ahora que es el momento de las grandes polémicas en torno a los graves problemas del país, ¿no quieren siquiera salir a discurrir sobre los horizontes jurídicos del que tanto están acostumbrados? ¿dónde están los apóstoles inigualables de la democracia? ¿Tienen los panistas el plan estratégico para combatir en serio la corrupción, la impunidad y el abuso de poder que corroe las estructuras del gobierno? ¿dónde tienen la propuesta, la iniciativa de ayudar a las familias más desprotegidas de México?
¿Alguien ha escuchado un discurso de los virtuosos indignados?, a los sentimentales izquierdistas del Partido de la Revolución Democrática convertido en Futuro 21 (casi un título de película de ficción) aquellos que vociferan, que echan espuma por la boca cuando atropellan los intereses de los pobres que dicen defender, de aquellos que maldicen, denuncian, claman y se golpean el pecho, jactándose ante el Creador y ante el pueblo mexicano que ellos no están manchados como a los que critican. Ni en la prensa nacional ni en las redes sociales aparecen, nada.
Sólo vemos el triste y lamentable espectáculo de políticos como Calderón y su esposa, mendigando firmas para constituirse como partido político, ¿es eso lo que el pueblo mexicano necesita en un momento de traición de la Cuarta Transformación con los millones y millones de mexicanos que se debaten entre el coronavirus y el hambre? La maquinaria mediática hace lo posible para que la situación real del coronavirus y de la posible hambruna sea invisible para los mexicanos, pero este espejismo se estrella contra la brutal realidad.
No se asoma aún un malestar popular generalizado, pero las recientes manifestaciones que colocaron ante la opinión pública la falta de alimentos en los hogares de los más pobres, es un claro signo de que la tensión social hierve a paso de caldera. Nadie quiere ver la ira popular como protagonista, pero de continuar la falta de visión política por parte del actual régimen y el anonimato de la denominada oposición, el antorchismo se colocará en la arena política como la auténtica fuerza popular que encabezará a los mexicanos a sortear el vendaval que asola al país. El mástil al que estamos sujetos millones de mexicanos, es nada menos que el gigantesco movimiento de masas organizado y educado a lo largo de 45 años, que ha navegado en otras tormentas, siempre con la convicción profunda de lograr un país mejor, nada más, pero nada menos.