ESTÉNTOR POLÍTICO
Miguel Ángel Casique Olivos
| ¡Qué cree, amable lector! Hay fiesta en Palacio Nacional y es porque la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el máximo órgano de justicia en México, se doblegó ante López Obrador y declaró constitucional lo inconstitucional para avalar el proyecto de la consulta para enjuiciar a expresidentes, porque eso de hacerle un matiz y cambiar la pregunta y hablar, ahora, de “actores políticos” en lugar de «ex presidentes», sólo es una maroma para ocultar la sumisión ante AMLO y el partido en el poder.
Cuando todo mundo pensaba que sería lo contrario, llegó la hora de la verdad. Observamos a un Arturo Zaldívar sumiso al capricho presidencial y con precaución de una posible confrontación con el Ejecutivo si se daba marcha atrás al proyecto, observamos a las y los Ministros votar a favor y en contra, pero un solo voto bastó para saber y confirmar que México está en peligro; la intimidación presidencial tuvo éxito y el ministro presidente tuvo miedo a decir no.
Cuando un Tribunal Constitucional no le puede decir que no al poder, entonces claudica de su función, violando el ya incipiente Estado de derecho, y eso es lo que vimos con el voto del Ministro Presidente de la SCJN. No existió respeto por la Constitución y las leyes que de ella emanan.
Distintos intelectuales y conocedores del Derecho habían advertido cuál sería el mensaje ante tal acontecimiento, y ahora queda más que claro: en la 4T NO existe la división de poderes ni los contrapesos. En realidad, a partir de hoy todo opositor correrá el mismo fin. Así el mensaje, así el autoritarismo gubernamental que somete a las instituciones para tenerlas a su servicio. Así la primera estocada de López obrador a la democracia mexicana. La justicia quedó bajo las ordenes de un tirano y México se está convirtiendo en el país de un solo hombre, dictador y autoritario.
La Suprema Corte tuvo en sus manos una oportunidad histórica, pero también tuvo oídos sordos a sus propios criterios. La ministra Norma Piña pronunció en su participación lo siguiente: “Mi responsabilidad hoy es determinar sobre la constitucionalidad de la pregunta en cuestión, mi obligación constitucional es votar por cumplir con mi deber. No ceder a más presiones que de las que provienen de mi mandato como jueza». Esto dejó en claro muchas cosas y las cartas puestas sobre la mesa. Memorable postura de la ministra Piña en defensa de la democracia. Desgraciadamente, en el gobierno de López Obrador “la ley sí se consulta” si eso le favorece a Morena. En la 4T se puede lucrar políticamente con la ley.
Habrá quienes festejan esta decisión como un logro progresista y justiciero, pero se equivocan. Muy en el fondo se esconde algo maquiavélico contra el anhelo de construir una nación independiente, libre y democrática. El linchamiento en plaza pública comienza y los mexicanos seremos testigos de los tiempos de Poncio Pilatos. “Es correcto aprender aun de nuestros enemigos”, escribió Ovidio, y vaya que López Obrador aprendió muy bien para utilizarlo en el presente. Él monopoliza y tergiversa el discurso para aparentar ser víctima del antiguo régimen y no de sus malas decisiones. Así él confronta y golpea.
Ya no podemos considerar como baluartes del cambio a quienes se han transformado en falsos profetas de la democracia laica y libre. Con la decisión de las y los ministros ardió Troya. ¿Qué viene después? La lección es clara: para que el voto sea útil requiere una oposición unida, coordinada, capaz de reconocer que el verdadero enemigo es Morena, que con este asalto a las leyes se ha ganado la denominación de “movimiento de la antidemocracia”. Por el momento querido lector, es todo.