Este año ha resultado peor que 2019 para los campesinos temporaleros de frijol de Durango, porque las lluvias han sido muy escasas, se adelantaron las heladas y el Gobierno Federal eliminó los escasos programas y fideicomisos con que los apoyaba.
José Emilio Soto Soto
Durango es el segundo mayor productor de frijol en México, pero la región de los Llanos fue perjudicada por la sequía en 2020, las lluvias no favorecieron la floración ni el amarre de frutos y la producción se reducirá entre 50 y 60 por ciento, índices muy por debajo de sus promedios históricos.
De 240 mil hectáreas (ha.) de frijol que, en promedio, se sembraban en años anteriores, se pasó a 210 mil ha. en este ciclo; y, según los expertos, la producción aprovechable será del 40 por ciento, es decir, de solo 300 de los 450 kilogramos por ha. que se producen normalmente.
Los municipios Cuencamé, Guadalupe Victoria, San Juan de Guadalupe, Simón Bolívar y Santa Clara son los principales productores de esta legumbre, aunque los dos primeros aportan el 45 por ciento. El cultivo del frijol es la actividad económica de mayor importancia alimentaria y social en Durango.
Por ello, con 220 mil 350 ha. y el 63 por ciento de efectividad en su cultivo, Durango es la entidad frijolera más importante del país después de Zacatecas, con mayor superficie sembrada y el 70 por ciento de efectividad. Le siguen Chihuahua, San Luis Potosí y Guanajuato, como productores de frijol negro y pinto.
La caída de la producción obligó al gobierno estatal a anunciar que cerrará el ciclo 2020 con un seguro agrícola catastrófico, mediante el cual se entregarán recursos monetarios a los productores antes del fin de año.
El presupuesto aprobado por los diputados en el Congreso de la Unión, destinado a la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sedar) en 2019, tuvo un recorte considerable del 28.5 por ciento respecto al de 2018, pues solo se aprobaron 65 mil 434 millones de pesos (mdp); pero este año, el gasto fue de solo 46 mil 253 mdp, es decir, 19 mil 181 millones 700 mil pesos menos (29.3 por ciento).
Con su discurso de combate a la corrupción, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) eliminó programas de apoyo al campo y los sustituyó con los de transferencia monetaria directa. Además, el pasado 20 de octubre, los diputados federales del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) desaparecieron 109 fideicomisos públicos de interés social que sustentaban actividades productivas y entre ellos se hallaba el de Financiamiento Rural.
En la región de los Llanos, conformada con cinco municipios productores de frijol, la promesa de AMLO en torno a que apoyaría “como nunca” al campo, se transformó en la cancelación de la mayoría de los programas, con los que los campesinos sacaban adelante sus cultivos.
Los programas cambiaron de nombre y reglas de operación, como fue el caso de Proagro, que ahora se llama Producción para el Bienestar, y son relegados los campesinos con poco más de 20 ha. de propiedad porque se les considera “ricos”, pese a que la mayoría de ellos son productores de temporal.
Al verse olvidados por el gobierno, estos campesinos, que cultivaban 240 mil ha. de frijol, ahora no han podido completar el ciclo, ni mucho menos podrán competir en precios con los grandes productores nacionales y extranjeros. Ya desde el año pasado, de acuerdo con la Sedar, solo se sembraron 100 mil ha.; se perdió entre el 80 y 90 por ciento de la producción y no hubo suficiente semilla para sembrar en 2020.
Cuando el Presidente visitó Durango, los campesinos intentaron expresar sus inconvenientes, pero les advirtió que había “pocos recursos” y el gobierno del estado, por su parte, inicio un programa de insumos para la entrega de semilla de frijol.
“El gobierno estatal tiene el pleno conocimiento de la situación que vive el campo duranguense, y los campesinos y la ciudadanía en general también saben cómo están las cosas de los recortes; en los últimos años se ha impactado de manera muy negativa la sequía del 2019, y nada bueno nos espera con el temporal del 2020, como es el caso de la región norte, donde la gente no pudo ni sembrar por la sequía. Todo esto se convierte en un grave problema para la situación del campo, se necesita, y mucho, el apoyo del Gobierno Federal para afrontar tanta problemática”, informó el titular estatal de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural (SAGDR), Joel Corral Alcantar.
A pesar de que el gobernador del estado, José Rosas Aispuro, instruyó a esta dependencia para que ayudara a las familias campesinas con la entrega de semilla de frijol, forrajera y fertilizante orgánico, nada de esto fue suficiente.
La desgracia en puerta
Las últimas etapas de la trilla de frijol evidenciaron que 2020 no sería el año que se esperaba. El promedio de rendimiento de frijol de 300 kilos por ha. “no da ni para pagar los altos costos de producción de la mayoría de los que sembramos, y en las zonas de más al norte ni siquiera lograron sembrar por la sequía, o no levantaron ni para recuperar la semilla. Y ése es otro grave problema para las familias que vivimos del campo”, expresó con un dejo de tristeza don Pedro Rivera, quien dejó de producir, y tuvo que traspasar las hectáreas que sembraba porque no pudo cubrir los altos costos del cultivo.
En el Consejo de Vigilancia del Comisariado Ejidal de Villa Unión, en el municipio de Poanas, don Rómulo Nava González recibió a este semanario. El campesino nos contó: “A la mayoría nos ha afectado porque trabajamos a base de créditos; ahorita tenemos un préstamo vigente en la financiera y nosotros queremos liquidarlo para poder solicitar otro. Pero así como está la situación, prácticamente no vamos a tener ningún crédito por parte de la financiera; pues ya no hay recursos para eso. Prácticamente nos están dejando desamparados, el Gobierno Federal nos está dejando en el olvido”, denunció tras la desaparición del fideicomiso de Financiamiento Rural.
En años anteriores, el Gobierno Federal había entregado apoyos para resarcir a los campesinos por las granizadas, heladas y otras inclemencias del tiempo. El apoyo consistía en 100 kilos de avena por hectárea y operaba, además, el Fondo Nacional contra Desastres Naturales (Fonden), otro de los fideicomisos desaparecidos este año.
Es así como el gobierno de AMLO orilla a los campesinos a retirarse del campo y dejar la puerta abierta a los grandes terratenientes para que acaparen cada vez más extensiones de tierra, aseguró a buzos don Rómulo.
“La mayoría de los campesinos se está retirando como consecuencia de los pocos o nulos apoyos que existen para el campo, y están buscando otras fuentes de empleo. Quienes sembraban un poco más, se han visto en la necesidad de disminuir las hectáreas de cosecha para poder sobrellevar los gastos que esto les genera; y en años con pocas precipitaciones y heladas como el 2020, ya no es rentable”, lamentó.
Con la nula atención del gobierno de la “Cuarta Transformaciónˮ (4T) al medio rural, las familias campesinas prefieren “buscarle por otro lado”, con lo que se produce un déficit en la producción nacional de frijol. En el campo duranguense, esta situación genera más pobreza y hambre.
Y, como sucedió en 2020 respecto a 2019, ahora se avizoran más recortes en 2021 en detrimento de los pequeños, medianos y algunos grandes productores, que no podrán competir con los principales socios comerciales en el extranjero. Es decir, está en peligro nuestra soberanía alimentaria.
Para los campesinos de Guadalupe Victoria, el panorama es desolador, principalmente para los productores de frijol negro y pinto Saltillo, cuyo consumo supera a la producción nacional. Rogelio Flores Vélez, comisariado del Ejido de Ignacio Allende en ese municipio, aseguró a buzos que la situación resulta crítica porque alrededor del 30 por ciento de los productores están cosechando, pero “el Gobierno Federal se ha quedado dormido, o yo no sé qué está pasando, pero aún no abren las bodegas de compra de frijol a través de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex). El precio de garantía oficial es de 14.50 pesos por kilo de frijol”.
Como esta dependencia no abre sus bodegas, los compradores foráneos (los “coyotes”) se aprovechan de la situación y compran el frijol a bajos precios: 11 pesos por kilo de frijol negro y 15 pesos el pinto Saltillo.
Según los campesinos, el frijol negro “se está malbaratando. Lo están regalando; hay poco frijol, se están levantando en promedio 200 kilos por ha.; no va a haber frijol este año. Es una lástima que el campesino lo estén casi regalando para poder pagar las deudas y seguir trabajando, y todo porque el Gobierno Federal no ha abierto las bodegas. Nos están dando en la torre”, denunció el productor agrícola.
El precio de garantía debía ser, mínimo, de 20 pesos por kilo para empatarlo con el precio de mercado, afirman los productores. Rogelio Flores explicó a buzos: “No vamos a alcanzar a pagar las deudas con 100 o 200 kilos por hectárea, pues traemos arrastrando un año (2019) y este año también fue malo. Creo que muchos de nosotros estamos pensando ya en dejar de sembrar. Todas las autoridades se deben poner la camiseta del campesino y, de vez en cuando, darse una vuelta al campo para que se den cuenta de la verdadera situación que estamos pasando. No pueden hablar desde detrás de un escritorio; deben ponerse la camiseta para que vean como el campesino está sufriendo las de Caín”.
Los precios que imponen los “coyotes” apenas alcanzan para que el campesino sobreviva; y la pandemia del Covid-19 ha empeorado las cosas, porque la producción está detenida y no hay ninguna otra movilidad en el campo. El mismo trámite de créditos es ahora más difícil debido al burocratismo de las financieras y a la pésima producción del año anterior y del actual.
Tanto los funcionarios federales como los estatales tienen pendiente la proyección de un estudio de campo en el que se reflejen las condiciones de la producción, para definir mejor los precios de garantía, el funcionamiento del mercado y la rentabilidad de los productores, para que tengan segura la siembra en el futuro próximo.
El precio de garantía del frijol es de 14.50 pesos; es el más bajo con el que puede comercializarse. El año pasado, el kilogramo se vendió en 16.50 pesos, pero en los últimos meses del ciclo alcanzó los 20 pesos. La mayoría de los campesinos aún tienen la esperanza de que se repita este año.