La pandemia no ha sido controlada y no se hará mientras se pongan prioridades políticas sobre prioridades elementales.
ESTÉNTOR POLÍTICO
Miguel Ángel Casique Olivos
Vivimos tiempos difíciles, no sólo por la pandemia de Covid-19, sino por la grave política del estigma que se vocifera desde la cúpula del poder. La desinformación y la polarización de ideas se vuelven cruciales para determinar si lo que estamos consumiendo como información de verdad proviene de fuentes confiables o sólo se construye a partir de un refriteo de información, tomando partido a lo que le conviene al emisor del “nuevo mensaje”.
Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se ha caracterizado por ser un “famoso caudillo” que caminó por más de 18 años para llegar al poder que hoy ejerce. Su estrategia política ha sido de confrontación directa, sin embargo, cuenta con una característica muy peculiar para convencer a sus adeptos.
Hemos encontrado en él a un orador que es capaz de «convencer» a la gente con lo que ella quiso y quiere escuchar, (aunque quizá a dos años de gobierno morenista las cosas comiencen a ser diferentes) utilizando un lenguaje más coloquial, en comparación con otros gobiernos que no tenían la facilidad de comunicarse con las masas populares. Ha sabido manipular la popularidad de su política “Izquierdista” para convencer a sus oyentes de que el camino que lleva su gobierno es el correcto, aunque sea todo lo contrario.
Como los grandes líderes fascistas y totalitarios del mundo (Hitler, Mussolini, Franco) se volvió un orador de contexto, en sintonía con la guerra semántica y las formas discursivas que forman el ámbito del pensamiento, para así, manipularlo.
En el libro “La lengua del Tercer Reich”, Victor Klemperer, un académico judío que sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial en Alemania, describe cómo el nazismo “se introducía en la carne y la sangre de las masas a través de palabras aisladas, de expresiones y de formas sintácticas que imponía repitiéndolas millones de veces y que eran adoptadas de forma mecánica e inconsciente”. Como resultado de esta inculcación, Klemperer observó: “la lengua no sólo escribe y piensa por mí, también dicta cada vez más mis sentimientos y gobierna mi pleno ser espiritual, siendo más incuestionado e inconsciente entre más me entrego a él”.
La estigmatización que AMLO ejerce contra periodistas, críticos, políticos, medios de comunicación, etc., es enorme sin agregar que, por ser el líder de una nación, cuenta con la legitimidad necesaria con sus gobernantes para imponer su discurso de contraposición en contra de ellos y ganar credibilidad. Su estrategia de discurso y polarización le ha funcionado, pero puede estar ya muy desgastada para lo que viene en los próximos meses.
Llevamos dos años escuchando excusas y culpas, nada de resultados. Sin embargo, aquel discurso de anticorrupción se ha desgastado con el actuar de su propio gobierno. Sus expectativas y promesas de han quedado cortas para la exigencia social que urgen al país.
Estamos a casi once meses de haberse presentado el primer caso del Covid-19 en nuestro país. Un acontecimiento que ha dejado grandes enseñanzas no sólo para México, sino para el mundo entero. Nos mostró las verdaderas carencias y desigualdades que tenemos como sociedad, los distintos puntos vulnerables en una aparente democracia. Pero esto no acaba, la pandemia sigue.
En días pasados hemos superado el millón de casos positivos y nos aproximamos a los 150 mil muertos a causa del virus. Algo terriblemente doloroso para quienes han o hemos perdido a algún ser querido o conocido. Para muchos serán simples números, pero detrás hubo vidas que contribuían al sustento de una familia, de una economía que no podía parar porque iba de por medio una hambruna en los sectores más vulnerables.
La pandemia nos ha golpeado duramente, tuvimos que acoplarnos a nuevas formas de trabajo, de estudio, de diversión. La nueva “covidianidad” que nos tocará vivir será muy estricta. La carrera o la “segunda Guerra Fría” entre países para obtener una vacuna contra el coronavirus ha sido lenta en tener resultados favorables y para ser adquirida. Aprenderemos a vivir con la Covid-19, así como lo hemos hecho con la Influenza, el VIH, y otras enfermedades virales. Pero la pandemia no ha sido controlada y no se hará mientras se pongan prioridades políticas sobre prioridades elementales.
El cambio en el Plan Nacional de Vacunación es la mejor estrategia que el gobierno del Presidente López Obrador necesita para ganar las próximas elecciones y para que su partido conserve el poder. Las piezas comienzan a moverse para que los famosos “Servidores de la Nación” se sirvan del pueblo y logren su único objetivo para lo que fueron creados: el proselitismo muy al estilo la Cuarta Transformación.
Por esa razón, como lo advirtió el líder social, Aquiles Córdova Morán, en su mensaje semanal, es momento de denunciar las corruptelas de la 4T para despertar a la gente y no permitir más cantos de sirena que nos llevan a perder el rumbo. La vacuna anticovid debe ser un bien universal y no debe ser condicionada, de lo contrario, se vuelve más de lo mismo, la corrupción que AMLO juró acabar, pero que hoy se hace presente en él, en su Cuarta Transformación y en el partido que lo llevó al poder. Por el momento, querido lector, es todo.