El desabasto de medicamentos, provocado por la ineptitud del gobierno de López Obrador, formó un mortífero coctel al mezclarse con la desatención generalizada a diversas enfermedades que padecen millones de mexicanos, en un sistema de salud que ha retrocedido víctima de la mal entendida austeridad y de la egocracia del presidente.
Homero Aguirre Enríquez
Tres años se tardó el presidente Andrés Manuel López Obrador y su gabinete para poder anunciar que ya no habrá escasez de medicamentos. Lo hizo en su tribuna mañanera, acompañado del secretario de Salud; ambos en un tono triunfal, como si estuvieran anunciando la liberación de Europa de los nazis o la llegada de una nave mexicana a Júpiter. Pero bien vistas las cosas, ese anuncio, hecho a mitad de un gobierno que ofreció convertir el deteriorado sistema de salud mexicano en una copia eficaz y moderna del que gozan los países nórdicos, en realidad es una confesión de ineptitud y trágico fracaso. No hay tal sistema de salud “nórdico-mexicano”. El síntoma más evidente del fracaso es que el gobierno de Morena ¡se tardó tres años para lograr la simple compra de miles de medicamentos que los gobiernos han adquirido desde hace decenios! Con el agravante de que, a pesar del anuncio, muchos medicamentos no han llegado al país, y probablemente nunca lleguen mientras permanezca el actual gobierno, lo que seguirá dejando una estela abundante de enfermedades, sufrimientos y muerte.
Un reciente reportaje publicado en la revista científica británica The Lancet, informa que en 2019 el IMSS dejó de surtir el 2% de las recetas, y para el 2020 la cifra aumentó al 8%, lo cual impactó a millones de pacientes. Y si hablamos de la disminución en la aplicación de vacunas, el retroceso ronda en genocidio: El número de vacunas administradas en 2020 para la tuberculosis disminuyó un 92% en comparación con 2019, para el tétanos en un 81% y para el virus del papiloma humano en un 73%, lo cual se debió a la falta de adquisición de biológicos (vacunas) por parte del gobierno. ¿No es esto un gran crimen?
El desabasto de medicamentos, provocado por la ineptitud del gobierno de López Obrador, formó un mortífero coctel al mezclarse con la desatención generalizada a diversas enfermedades que padecen millones de mexicanos, en un sistema de salud que ha retrocedido víctima de la mal entendida austeridad y de la egocracia del presidente. Aparte del más de medio millón de muertos por el mal manejo de la pandemia de Covid-19, hubo un incremento de fallecimientos por otras enfermedades. Según el Inegi, las muertes por enfermedades del corazón en 2020 ascendieron a 218 mil 885, ¡lo que representó un incremento de 40.3 por ciento respecto a 2019! Los decesos por diabetes mellitus aumentaron ¡69 por ciento! al sumar 151 mil 214 y las muertes por influenza y neumonía aumentaron en un 54.7 por ciento, un total de 56 mil 830 decesos. Del total de fallecimientos que hubo en México, 506 mil 723 personas tuvieron que morir en su casa, porque el sistema de salud estaba saturado y sin medicinas para atenderlos, mientras que 35 mil 609 murieron en la vil calle, en el peor de los desamparos.
Tal vez alguien piense que ese atentado a la salud y la vida de millones de mexicanos es temporal y tiene su explicación en que el gobierno de la 4T se encuentra construyendo ese paradisiaco sistema de salud ofrecido en la campaña a la presidencia y en muchas conferencias soporíferas de la mañana; que es cuestión de esperar un poco para que veamos cómo empiezan a surgir por doquier las clínicas, hospitales, laboratorios, unidades ambulatorias y todo lo que forma el sistema nórdico de salud, tomado como referente de López Obrador para despertar la imaginación de un pueblo agobiado por las carencias de todo tipo. Pero fue otro engaño de un candidato en campaña, la cruda realidad se impone y aquí también está fracasando estrepitosamente la 4T. No hay tal programa de construcción de infraestructura nueva; no se está ampliando la oferta hospitalaria, sino todo lo contrario, ha quedado totalmente rebasada: “En los primeros cinco meses del año, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador destinó 2,602 millones de pesos a la inversión física en salud, que si bien fue 16% mayor al monto programado, representó una caída de 45.6% frente a lo registrado en el mismo periodo del año pasado. Lo anterior supuso la mayor caída para este rubro desde el 2007, en ese entonces el gobierno destinó 51% menos a la inversión física en salud en los primeros cinco meses del año. Además, el monto de este año es el menor que se le asigna a la inversión física en salud desde el 2008, cuando el gobierno gastó 1,982 millones de pesos en el mismo periodo”, reportó EL FINANCIERO, el 25 de julio de este año. ¡Resulta que López Obrador ha invertido mucho menos que los peores gobiernos neoliberales que padeció México!
¿Qué hacer ante este desastre? Lo primero es no callarlo, denunciarlo porque daña gravemente la vida de millones de mexicanos. Enseguida, comprender que esos problemas tan dolorosos que padecemos los mexicanos no se resolverán con mentiritas ni mentirotas de un presidente; que se requiere más que nunca una fuerza social organizada, formada por millones de mexicanos y dirigida por sus mejores mujeres y hombres, que tomen el poder democráticamente y apliquen un modelo de país que incluya el derecho a la salud como uno de sus principales, que construya un país próspero, con mucha producción, salarios altos y una reforma fiscal progresiva que garantice recursos para construir, entre otras cosas, ese sistema de salud que ahora es sólo saliva y bilis mañanera de un hombre cercado por su egocracia y monomanía, ajeno al dolor de millones de mexicanos que ven enfermar y morir irremisiblemente a los suyos.