La gente emigra por necesidad, por hambre, porque en México no encuentra las condiciones para que sus familias tengan lo suficiente para vivir decorosamente.
Froilán Meza Rivera
Mientras que en la frontera de Estados Unidos con México los casos de inmigrantes que son atrapados por los agentes migratorios, van a la alza, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, presume en sus mañaneras las cifras récord de remesas que envían los mexicanos en el extranjero, y que en el mes de junio totalizaron 4, 434 millones de dólares, un 25.5% más que en el mismo mes de 2020. Y el presidente muestra el hecho como si en realidad fuera un producto de su buen gobierno, cuando es todo lo contrario.
Una cantidad de 188,800 migrantes indocumentados registró el Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU. durante el mes de junio pasado, la cifra más alta en los últimos 10 años. Un 34% de estos migrantes ya habían intentado entrar en EE.UU. al menos una vez durante el año pasado. Este éxodo de personas que va hacia el norte no va de vacaciones: todos ellos arriesgan su integridad, su salud y su vida en el peligroso trayecto en medio de un desierto inclemente, conducidos por individuos y grupos en ven en ellos un negocio redituable y que no dudan a la hora de verse en la necesidad de abandonarlos a su suerte. La gente emigra por necesidad, por hambre, porque en México no encuentra las condiciones para que sus familias tengan lo suficiente para vivir decorosamente. Si López Obrador fuera consecuente, no presumiría las remesas, ni mentiría con que el pueblo, con él en la presidencia, está mejor que nunca, “feliz, feliz, feliz”.
¿Qué decir de la siguiente nota, fechada el lunes?: “Grupo de 300 niños migrantes se entrega a la Patrulla Fronteriza en Arizona”, dice la cabeza. “Las autoridades migratorias reportaron que más de 400 inmigrantes fueron detenidos, de los cuales cerca de 300 eran menores de edad que iban solos, sin sus familiares”. Como referencia, se citó que en julio se informó del arribo de 19,000 infantes a esta frontera. “Los reportes de ese sector (inmediaciones de Tucson, Arizona) indican que también arrestaron a 100 niños no acompañados de Guatemala y Honduras el 27 de julio.
Otra nota, pero más trágica, revela los extremos de miseria, abandono y desinterés del gobierno mexicano por la niñez: “Hallan a 2 niños muertos de entre 2 y 3 años en zona fronteriza; tenían huellas de tortura. Los cuerpos de los angelitos fueron abandonados en un lugar desolado por lo que no hay rastro de quien o quienes cometieron el terrible crimen cerca de la frontera… Los cadáveres de dos niños con huellas de violencia de 2 y 3 años de edad en la entrada del Rancho El Descanso en la delegación Primo Tapia en el municipio de Rosarito en el estado fronterizo de Baja California en México.” (La Opinión en español, 9 de agosto de 2021).
El grado de deshumanización de que son víctimas los emigrados, se pone de relieve en la siguiente noticia, recogida también por La Opinión de Los Ángeles, el mismo 9 de agosto: “El 18% de inmigrantes detenidos en la frontera dio positivo a coronavirus, pero ‘La Migra’ los tenía encerrados. Aunque la oficina de Aduanas y Protección Fronteriza revela el porcentaje de contagios por COVID-19, también señaló que los no-ciudadanos estuvieron bajo su custodia entre dos y tres semanas, antes de expulsar a la mayoría”.
Más hechos, que son indicadores de que la gente se desborda en una migración masiva de cada vez mayores proporciones: “Instalan albergue de emergencia en McAllen ante desborde de inmigrantes. La ciudad ubicada en Texas apoya en la atención de no-ciudadanos que siguen varados en la entidad, a fin de que autoridades migratorias procesen más rápido sus casos y reciban ayuda adecuada”.
¿Hay, entonces, motivos para presumir la emigración y sus remesas?