El olvido, el desinterés y la omisión han sido parte fundamental en su forma de gobernar, aunque esta cueste la vida de sus gobernados.
Adrián Pablo
Nuestro país se encuentra en una situación poco ventajosa frente a las catástrofes naturales, ya sea sismos, sequías, ciclones o huracanes; estos últimos, en específico son más frecuentes debido a la posición en la que nos encontramos (entre dos océanos, Pacífico y Atlántico), sumado esto al aumento de temperatura global, que hace fenómenos más devastadores en las costas mexicanas. Cada año vemos más destrucción, más brutalidad y mayor pérdida de bienes materiales y vidas humanas, sin embargo, no vemos, por el contrario, una mayor atención de parte de las autoridades federales y estatales por evitar -en lo posible-, las devastadoras consecuencias.
Está registrado por expertos y por el mismo gobierno federal, que nuestro país es especialmente vulnerable a los huracanes entre los meses de mayo y noviembre; en este 2021 por ejemplo, se pronostica la formación de 29 ciclones tropicales, ocho podrían ser huracanes de categoría uno o dos y siete de categorías entre tres y cuatro, según el servicio meteorológico nacional de la Comisión Nacional del Agua (Conagua). Ante esta información conocida de antemano gracias a expertos y al avance de la ciencia ¿qué se ha hecho en nuestro país?
La campaña de “austeridad republicana” impuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador desde el inicio de su mandato en 2018, ha mermado varios rubros importantes del presupuesto federal, la mayoría de ellos para mal, ya que se ha abandonado sectores como la construcción de obras, el sector salud -tan importante en la coyuntura de la pandemia- y en este caso en específico, la prevención y contención de desastres naturales. El Fondo de Desastres Naturales (Fonden), era un instrumento otorgado a Protección Civil especialmente dedicado a enfrentar estas emergencias, que garantizaba la activación de recursos para las entidades afectadas por cualquier fenómeno natural con la rapidez necesaria, sin embargo, con la llegada de la 4T, esto desapareció en cuestión de minutos ¿bajo qué argumento? La misma excusa de siempre, la corrupción.
Recientemente (el 25 de agosto), ante los cuestionamientos por las afectaciones provocadas por el ciclón Grace, el presidente reiteró su decisión de desaparecer dicho instrumento: “Era un barril sin fondo, era de esas partidas que se manejaban de manera discrecional que servía para que se robaran el dinero los funcionarios (…) lo del Fonden lo usan mucho nuestros adversarios para estar friegue y friegue, dale, dale y dale…”. Estas declaraciones, que parecen más las de un bufón que a las del mandatario de un país que enfrenta una crisis, no dan una solución concreta al problema, solo se dedican -como siempre-, a descalificar y tratar de justificarse en las acciones y errores del pasado. Lo único que se anunció es un censo, que se comprometió a llegar el 31 de agosto, 13 días después del impacto del huracán.
Otra medida “novedosa” de la 4T ha sido la instalación de centros de acopio en varias zonas del país, con el fin de que la misma población sea la que coopere para ayudar a sus compatriotas en desgracia; esta medida, aunque en apariencia buena, busca limpiarle las manos a los gobiernos de distintos niveles, ya que la inversión que se hará por parte de ellos es mínima, sirviendo solamente de meros “intermediarios” entre el pueblo mexicano, reduciendo el papel de un estado que debería generar medidas más rápidas y eficientes.
Mientras el dichoso censo “casa por casa” llega, aún no hay información oficial del número de afectados y el nivel de los destrozos en los estados de Veracruz, Hidalgo, Puebla, San Luis Potosí y Tlaxcala; por lo que ni siquiera se puede hacer un plan serio para apoyar a la población, sin embargo, según estimaciones presentadas por el portal Es Noticia Hoy, los damnificados superarían ya el millón de personas, concentradas principalmente en Puebla y Veracruz, este último, con 62 municipios afectados y 24 en estado de emergencia según Protección Civil.
Estos dos estados gobernados por morenistas, tampoco han dado medidas concretas; las pocas acciones de Miguel Barbosa de Puebla, por ejemplo, solo han demostrado la importancia que tenía el Fonden, ya que pidió al gobierno federal, “ayuda urgente para más de 400 mil damnificados”, sin embargo, dijo que esperaría
“para que la Federación establezca los procedimientos institucionales de ayuda”, dejando en saco roto la petición, esperando tranquila y servilmente las instrucciones del presidente, mientras que los poblanos sufren las consecuencias.
La incapacidad para reconocer errores y por lo tanto, proponer soluciones se han convertido en pan de cada día, claro ejemplo de ello es la pandemia de Covid-19, cuyos mecanismos de acción se han modificado de acuerdo a los intereses políticos del presidente, hasta llegar a ser una burla para la inteligencia de sus gobernados. Está también el infame caso de la Línea 12 del metro de la Ciudad de México, cuyo accidente ocurrido el pasado 3 de mayo sigue sin responsables claros, ya que el peritaje ha sido postergado una y otra vez con diferentes excusas, debido, se dice, a la presunta responsabilidad de importantes figuras morenistas como el canciller Marcelo Ebrard y la Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum.
Otro caso reciente y por demás alarmante es el regreso a clases presenciales programado para el 30 de agosto, con el cual se pretende que millones de jóvenes y niños regresen a sus planteles educativos sin su esquema de vacunación completo y sin un protocolo que garantice la seguridad de ellos y de sus familias, pronosticando así, un panorama sombrío para los mexicanos.
La lógica del presidente pareciera ser que un problema desaparece con tan sólo taparse los ojos, olvidar y ocultar, como si el dolor de millones de mexicanos que hoy viven entre aguas negras, con su patrimonio destruido y la desaparición de sus familias fuera un hecho de poca importancia o el simple gusto de estar “friegue y friegue”. Esta actitud no es nueva entre los que integran la mal llamada “cuarta transformación”, el olvido, el desinterés y la omisión han sido parte fundamental en su forma de gobernar, aunque esta cueste la vida de sus gobernados.