Por las imágenes y entrevistas que varios noticieros han publicado, queda claro que los únicos sectores que han participado en la salvaguarda de su vida y de sus bienes son los propios afectados, con lo cual han puesto en peligro su propia integridad y salud
Adriana Argudín Palavicini
Como cada año, llegaron los huracanes a nuestro país y con ellos las lluvias torrenciales. Muchos han sido, hasta ahora, los estados de la república que han sido afectados, en varios de ellos el embate fue mayor: derrumbe y deslave de cerros que arrasaron con viviendas, ríos desbordados, cosechas destruidas, casas anegadas de las que poco o nada se pudo rescatar, locales comerciales -fijos y semifijos- arruinados, y, lo peor, la pérdida de vidas humanas, como fue el caso desgarrador del señor Adán Moreno, de la colonia Loma Bonita en Xalapa, que en cuestión de segundos perdió a su esposa y a cinco hijos. Por el tamaño de la desgracia, en esta semana destacan los casos de Tula y Tlahuelilpan, en el estado de Hidalgo, que han sido declarados zonas de desastre y el de Ecatepec en el estado de México.
En la conferencia “mañanera” del día 19 del mes en curso, la Coordinadora Nacional de Protección Civil, Laura Velázquez Alzúa, informó acerca de las afectaciones del huracán Grace, que tocó tierra en Veracruz el pasado 21 de agosto y pasó por los estados de Puebla e Hidalgo. Según la funcionaria, dicho huracán “afectó a 149 municipios de tres estados, tres mil 773 localidades y que resultó en 13 fallecidos, de los cuales ocho fueron en Veracruz y cinco en Puebla”. Sin contar con que su reporte ante el presidente y en cadena nacional ya estaba algo retrasado (veinte días después), a pesar de la enorme cantidad de municipios y localidades afectadas y, por supuesto, de la apretada situación económica en la que seguramente se encuentran los afectados, la funcionaria afirmó: “Estamos comprometidos, no necesitamos de ningún Fonden…Tenemos la convicción y el compromiso, somos gente íntegra que está comprometida a salvar vidas y vamos a hacer todo lo que corresponde para ello”.
¿O sea que ahora, bajo el gobierno de la 4ª transformación basta, además del compromiso y la coordinación, el que los funcionarios sean íntegros, comprometidos y actúen con transparencia para “salvar vidas”? Como vemos, la señora coordinadora está bastante adentrada en el pensamiento de su jefe máximo, pero aunque esté convencida de que en el actual gobierno existan funcionarios que reúnan en su persona tales cualidades, lo que los miles de damnificados quieren saber es cuándo y de cuánto les va a llegar la ayuda para medio reponer su patrimonio: vivienda, muebles, enseres, ropa, calzado, así como la pérdida total de las cosechas que sufrieron los campesinos y de las mercancías de los pequeños comerciantes y ambulantes.
De acuerdo con el Sistema Nacional de Protección Civil, ante riesgos de origen natural o humano se contempla “la coordinación… de los sectores público, privado y social…”, para que conjuntamente elaboren planes, estrategias y recursos a fin de que “se apliquen las medidas y acciones necesarias para salvaguardar la vida, integridad y salud de la población, así como sus bienes; la infraestructura, la planta productiva y el medio ambiente”. Por las imágenes y entrevistas que varios noticieros han publicado, queda claro que los únicos sectores que han participado en la salvaguarda de su vida y de sus bienes son los propios afectados, con lo cual han puesto en peligro su propia integridad y salud, pues no solo fueron víctimas de inundaciones por los ríos desbordados sino también por la de aguas negras.
El Diario de Hidalgo recogió las declaraciones de la profesora Guadalupe Orona, dirigente del Movimiento Antorchista en Hidalgo, luego del paso del huracán Grace que dejó incomunicadas comunidades de al menos 27 municipios del estado, quien dijo que a la entidad le falta “infraestructura carretera para comunicar a los diferentes municipios. No se está haciendo nada para restablecer la comunicación en comunidades de Huehuetla, Tenango de Doria en la región Otomí-Tepehua, pero la situación es la misma en la Sierra Gorda y Huasteca, y ahora se presentan las inundaciones en Tula” donde, añade el periódico, “según datos de las autoridades, hay más de 45 mil afectados por las inundaciones en al menos diez colonias del centro, que han alcanzado casi los dos metros de altura”.
Por la noche del mismo día 19, el periodista Joaquín López-Dóriga informó que hay más de 70 mil damnificados y que Tula y Tlahuelilpan han sido declarados zonas de desastre. El caso es que las intensas lluvias ya llevaban dos días cuando por la tarde del 8 de septiembre el gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, mencionó en su cuenta de Twitter que la Conagua informaba que la presa Danxhó en Jilotepec, estado de México, estaba liberando un excedente de líquido que se dirigiría al Río Tula, lo cual, agregó Fayad, representa un riesgo de inundación. ¿Por qué no se tomaron desde entonces las medidas y las acciones necesarias para salvaguardar la vida y los bienes de la población? En vez de ello, el día que llegaron las aguas anunciadas, a las carreras, soldados apuraban a la población para que, en dos horas, evacuara sus viviendas.
Por su parte, los habitantes del municipio de Ecatepec, el más poblado del estado de México, vivieron horas de terror y angustia al ver sus calles y avenidas convertidas en ríos ¡pero de aguas negras! Todo lo que había en la vía pública, incluso personas, fue arrastrado por la potente corriente. Camelia Domínguez, dirigente antorchista en dicho municipio, informó que 150 mil habitantes de más de 100 colonias populares sufrieron inundaciones de sus viviendas, perdiendo todo su patrimonio; también, miles de pequeños comerciantes y ambulantes lo perdieron todo. “Tendremos que empezar de cero”, “me quedé con la ropa que visto, ni siquiera con zapatos, y perdí mi pobre vivienda”, “acababa de comprar los útiles escolares para mi hijo, y mire usted cómo quedaron”, fueron algunas de las sobrecogedoras declaraciones que recogieron los noticieros. En este municipio se desbordó un canal de aguas negras y, a pesar de los llamados al alcalde morenista, Fernando Vilchis Contreras, para que enviara váctores para limpiar drenajes y fosas sépticas, así como darle mantenimiento a cárcamos que ayudan a desalojar el agua de lluvia, hizo oídos sordos, mostrando con ello no solo insensibilidad e irresponsabilidad, sino también que es un malagradecido dado que la gente lo reeligió.
Hace ya siglos que un artista genial puso en la boca de un personaje de imborrable memoria, eternizó pues, a la Celestina, quien habló para casos como éste y dijo: “Que cierre la boca y comience a abrir la bolsa, que de las obras dudo, cuanto más de las palabras”.