Tanto el gobierno federal como el de la CDMX siguen incurriendo, por lo menos, en una conducta irresponsable con respecto a la pandemia. No debemos seguir permitiendo que jueguen con nuestras vidas y las de nuestras familias.
Adriana Argudín Palavicini
Los principales medios de comunicación han informado que Europa ha vuelto a ser el epicentro de la pandemia; algunos otros han mencionado que China sigue luchando contra ella que, a nivel mundial, ya ha cobrado la vida de entre 6 millones 800 mil y 10 millones de personas, según el informe sobre las Estadísticas Sanitarias Mundiales 2021 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que precisa que según sus estimaciones, este es el número real de muertes por coronavirus, número dos o tres veces superior a los tres millones, 400 mil fallecimientos notificados actualmente a la OMS.
Esa altísima cifra de muertos seguirá en aumento sin lugar a dudas, puesto que el número de contagios aumentó en Europa por quinta semana consecutiva lo que, de acuerdo con el director de la OMS para el continente europeo, Hans Kluge, la convierte en la única región del mundo donde el número de contagios sigue en incremento. Kluge añadió que “a medida que los nuevos contagios se propagan, y de mantenerse la actual trayectoria, Europa podría alcanzar 500 mil muertes más por el virus para febrero de 2022.” Alemania, por ejemplo, reportó el día de ayer la tasa más alta de contagios desde que inició la pandemia, 33 mil 949 nuevos casos en las últimas 24 horas. (france24.com del 4 de noviembre de 2021). Además, al igual que lo que sucede en los Estados Unidos, Alemania padece lo que se ha dado en llamar la “pandemia de los no vacunados”, pues solo el 66.5 por ciento de sus habitantes está vacunado.
En el caso de China, que el pasado 28 de octubre tuvo tan solo 64 contagios, lejísimos de la cifra de contagios en Alemania, las autoridades habían aislado ya tres ciudades (en las que habitan un total de 5 millones 500 mil chinos) y establecido diversas restricciones en las mismas para evitar al máximo los contagios, por ejemplo, solo salir de casa para comprar víveres, recibir tratamiento médico o participar en las tareas de control y prevención contra el coronavirus,cancelación de todas las reuniones y trabajos no esenciales y suspensión del transporte público, entre otras. Como sabemos, el gigante asiático controló la epidemia desde la primavera de 2020 adoptando medidas drásticas, entre ellas el cierre de sus fronteras, ahora enfrenta casos esporádicos que también controla tomando medidas drásticas, como aislar las ciudades. Por ejemplo, en Lanzhou (en el centro del país), una de las ciudades aisladas, hay 4 millones de habitantes y únicamente 39 contagiados. En todo el país hay 603 casos activos y 33 mil 307 personas bajo observación médica. En cuanto a la campaña de vacunación, de acuerdo con la Comisión de Sanidad, se han aplicado 2 mil 250 millones de dosis de vacunas entre la población china, que asciende a 1 mil 411 millones de habitantes.
Mientras esto está sucediendo en Europa y en China, en México la suma de muertes por coronavirus hasta el 3 de noviembre, según datos de Expansión, era de 288 mil 733 mexicanos, lo que nos coloca en el nada honroso cuarto lugar en muertes a nivel mundial; en la última jornada, 269 personas habían fallecido, cifra mayor que la del día previo. Había 3 millones 811 mil 793 de casos activos, con un aumento de 3 mil 588 casos confirmados en las últimas 24 horas y la vacunación con esquema completo aún no había alcanzado a cubrir la mitad de la población, pues era de 47.1 por ciento.
A pesar de estas cifras sumamente preocupantes, el domingo 31 de octubre el gobierno de la Ciudad de México, con la ausencia de su titular, la señora Claudia Sheinbaum, pues ella ya anda haciendo campaña para el 2024, llevó a cabo el desfile de Día de Muertos, al cual nombraron “Celebrando la vida”. El recorrido por el Paseo de la Reforma abarcó casi nueve kilómetros y duró cinco horas; por las imágenes dadas a conocer a través de los diversos medios de comunicación, dicha avenida estaba repleta de personas de todas las edades; según la dirección de Divulgación Cultural del gobierno de la CDMX acudieron un millón y medio de personas, la inmensa mayoría de las cuales no portaba el cubrebocas y, por supuesto, no guardaban ninguna distancia. Aquello, pues, fue un hervidero de gente y, por lo mismo, una fuente segura de más contagios de coronavirus. Pero ahí no paró el circo. Tres días después, en el mismo Paso de la Reforma se llevó a cabo el Red Bull Show Run, así, en inglés, en el que participaron algunos de los carros y sus pilotos de la escudería de Red Bull que competirá en la Fórmula 1, que también se llevará a cabo en la capital del país del 5 al 7 de noviembre. Este show también alcanzó reunir a cientos de miles de personas. Y para los que aún continúen con vida, ya no tardan los festivales de música Corona Capital y Vive Latino, coincidiendo con la época del virus de la influenza, que se juntará con el virus SARS-COV2.
Tanto el gobierno federal como el de la CDMX siguen incurriendo, por lo menos, en una conducta irresponsable con respecto a la pandemia, pues están viendo el temblor y no se hincan. Ambas instancias gubernamentales no solo lo han escuchado cientos de veces, sino que además lo saben mejor que cualquier ciudadano común y corriente: nuestro país está bastante lejos de tener un sistema de salud como el de Alemania y el de muchos otros países desarrollados, o como el de Dinamarca, que prometió el presidente López Obrador. Y ya ni hablar con respecto a las medidas implementadas por el gobierno de la República Popular China y su partido.
No debemos seguir permitiendo que jueguen con nuestras vidas y las de nuestras familias, en aras de que se reactive el turismo que, de lograrse, además de que no beneficiará a la inmensa mayoría de los mexicanos mientras siga desatada la violencia y cada vez sean más los destinos de nuestro país a los que EE. UU. y varios países europeos recomienden no viajar. ¡Ya no más circo sin pan! Lo que la mayoría de los mexicanos reclama es trabajo para todos, salarios bien remunerados, servicios básicos, vivienda, educación de calidad, medicamentos y vacunas. Pero, para lograrlo, primero hay que tomar conciencia de que con esos eventos solo se nos quiere manipular para distraer nuestra atención de los problemas y carencias que nos aquejan y, segundo, que lo que debemos hacer es organizarnos y luchar para que todo ello, y más, sea una realidad.