En el segundo trimestre de 2020 -a inicios de la pandemia por Covid-19-, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) reportaba que en nuestro país se habían perdido 12 millones de empleos, cifra bastante alarmante considerando que representaba más del 20 por ciento de todos los empleos del país, sin embargo, a casi dos años la situación -prometen- ha cambiado. Según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI, a finales de 2021 la población ocupada se incrementó en 1.1 millones de personas en comparación con marzo de 2020; esto quiere decir que no solamente se recuperaron los empleos perdidos, sino que aumentaron. Esto, a simple vista hablaría de una recuperación económica sin precedentes, producto de un gobierno preocupado por su pueblo y con gran fortaleza económica. Nada más alejado de la realidad.
Los datos de la ENOE, muestran que hay empleos, sí, pero también mencionan que la gran mayoría de ellos está en el sector informal, para ser más específicos, el 56.6 por ciento (32 millones 165 mil 765 personas). El anteriormente citado IMCO añade a esta situación, que el 94 de cada 100 empleos generados durante esta pandemia han estado en este sector. Esto demuestra que ni el gobierno, ni el sector privado tuvieron que ver con esta “milagrosa” recuperación y aumento de empleos, los responsables son los mismos mexicanos que, ante la situación económica tan desastrosa y a sabiendas que no recibirían ningún apoyo de parte de la 4T, salieron a la calle a vender lo que tenían a la mano, arriesgando su vida y la de sus familiares.
Los millones de familias que dependen del empleo informal se encuentran con varios problemas, ya que no tienen protección de derechos laborales, acceso a instituciones de salud, seguridad social, además de carecer de contratos o recursos que prueben su estado laboral. Claramente, ni el gobierno federal ni los empresarios tienen intención de solucionar este problema, a pesar de que 22 de cada 100 pesos del PIB de México lo genera este sector. Es más, continuamente exigen medidas para “controlarlo”, que no es otra cosa que exigirles un mayor pago de impuestos.
Otro problema que revela esta encuesta es la precariedad laboral en general (formal e informal): “Al corte de diciembre del 2021 en México se registran 56.9 millones de trabajadores activos. Y más de la mitad (33.9 millones) tienen salarios que no rebasan los 4,300 pesos mensuales… Los ingresos de los trabajadores no se alinean con sus jornadas laborales; cerca de 16.1 millones trabajan más de 48 horas por semana, esto es incluso mayor al límite establecido en las leyes mexicanas” (eleconomista.com, 20 de enero de 2022). Esta situación se ve agravada aún más entre jóvenes y mujeres.
Por si este problema no fuera suficiente para los mexicanos, súmele a esto la situación actual que pasa nuestro país con la pandemia de covid-19 y la llegada de la variante Ómicron, que mantiene un ritmo ascendente en la última semana de más de 40 mil contagios por día. “De acuerdo con datos preliminares del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en los primeros 14 días de enero de 2022 se han dado de baja 45 mil 084 puestos de trabajo formales, periodo que coincide con el aumento exponencial de casos de covid-19 en el país por la proliferación de la variante Ómicron” (bloomberglinea.com 21 de enero de 2022). Varios especialistas coinciden que esta situación se verá agravada en las próximas semanas, llegando a ser peor que la vivida durante las primeras olas.
Ante esta inestabilidad laboral y el mísero salario de millones de mexicanos, se presenta uno de los problemas más importantes, que es mantener la vida propia y la de sus familias, cuestión que se ha vuelto más complicada con el pasar de los meses. La inflación -el aumento de la canasta básica, principalmente- ha hecho estragos en los bolsillos de los que menos tienen; durante 2021 fue 7.37 por ciento, un nivel no visto en 20 años en nuestro país. Según el sitio oficial de la Secretaría de Desarrollo Económico de la Ciudad de México (SEDECO) “se puede apreciar que la inflación incrementó el costo de productos básicos como el aceite para cocinar, el cual en enero de 2021 tenía un precio mínimo de 23 pesos y ya para el 16 de diciembre del mismo año llegó a costar hasta 32 pesos por litro registrándose un aumento aproximado del 37.12% por ciento… Otros productos cuyos precios también se fueron al alza durante 2021 fueron las frutas y verduras, las cuales se encarecieron 23%. (infobae.com 7 de enero de 2022). Esto ha sido aprovechado por empresas como Walmart y Soriana, que venden la canasta básica 20 por ciento más cara, según la misma PROFECO.
Ante los contagios al por mayor, una economía que ahorca los bolsillos, empleos con jornadas inhumanas y salarios miserables; los mexicanos se encuentran día a día con la incertidumbre de si sus familias sobrevivirán otro día. Pero a pesar del panorama el presidente Andrés Manuel López Obrador promete que “lo peor ya pasó y aún con ómicron, economía mexicana sigue creciendo”, sin embargo, el problema existe más allá de la pandemia, que lo que único que hizo fue acrecentar los síntomas de un sistema caduco, que prefiera mantener a millones en la miseria con tal de aumentar sus ganancias, defendido a capa y espada por un gobierno incapaz, que insiste en mantener su máscara de “progresista”.