Desde sus inicios en política, el ahora presidente Andrés Manuel López Obrador se ha presumido como un defensor de la libertad de expresión y, por tanto, crítico empedernido de la represión; ya en 2018, durante su campaña presidencial, decía: “el próximo Presidente de México, que va a ser también el comandante supremo de las fuerzas armadas nunca va a dar la orden al ejército o a la marina de reprimir al pueblo de México”. No fue ni la primera ni la última vez en decirlo, como en 2021, donde, con motivo del aniversario de la matanza del 2 de octubre de 1968, repetía: “No habrá represión, no se va a perseguir a nadie, no habrá torturas, hasta ahora no ha habido, y no queremos que haya masacres, como existía hace poco”.
No obstante, hoy existen muchas promesas que nos quedan claras, nunca se cumplirán ni tuvieron alguna vez intención de cumplirse, sin embargo, una de las más descaradas muestras de la hipocresía y la inconsecuencia de la llamada Cuarta Transformación es precisamente cómo esta promesa ha pasado de ser un estandarte en las campañas morenistas a materializarse como todo lo contrario cuando estos llegaron al poder.
Para muestra, en los últimos días, diversos medios dieron a conocer la investigación llamada “El negocio de la represión”, con la cual se demuestra cómo en los últimos cinco años, diversos gobiernos de América Latina -entre los que se encuentra México- han aprovechado protestas sociales para enriquecerse o intercambiar favores a costa de decenas de víctimas. A través de empresas como Combined Systems, los países supuestamente se abastecen de materiales de mera contención, no letales, aptos para no dañar y solo “garantizar la paz”, sin embargo, en la realidad vemos que esto es totalmente diferente: “con estas armas no letales ha florecido y que, en manos de las diversas fuerzas policiales, han dejado una estela de dolor, miles de lesiones leves y decenas de heridas graves, traumas psicológicos y, también, muertes. Todo lo que se suponía que se quería evitar” (el-negocio-de-la-represion.elclip.org 7 de junio de 2022).
Este negocio, que deja una estela de muertes y heridos a su paso, se incrementa año con año, simplemente de 2017 a 2020, se registran 203 víctimas de armas no letales, de las cuales, la mayoría se da en un contexto de protestas. En ese mismo periodo, el gasto en este tipo de armas en nuestro país se incrementó alarmantemente; de los 278 mil 831 dólares que se gastaban en 2017 durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, la Cuarta transformación gastó durante 2019, más de 5.6 millones de dólares, es decir, cerca de 20 veces más. Aunque en los últimos años ha bajado, aún tiene una alarmante cifra de 1.4 millones durante el 2021.
Durante estos cinco años, México llega a una espantosa cantidad de 10.16 millones de dólares, de los cuales -según cifras del mismo gobierno federal, 624 mil 697 dólares corresponden a compras hechas por el gobierno de Claudia Sheinbaum. El monto restante (9.5 millones de dólares) corresponden a importaciones de la Secretaría de la Defensa Nacional, según datos vía Veritrade (Ibidem). Según varios expertos, como Daniel Gómez-Tagle, muchas veces, estas se compran sin saber para qué son o si realmente pueden ser letales o no “Cualquier artefacto puede ser mortal, depende de cómo lo uses (…) Se compra por volúmenes, mil municiones de un solo tipo, y nadie les explica y ellos tampoco averiguan. Luego, tampoco documentan su uso, que también es importante” (elpais.com, 7 de junio de 2022).
La mayoría de estas armas, a pesar de que el gobierno “más feminista y menos represor de la historia”, no reconoce su uso, se han usado en diversas ocasiones, especialmente durante las marchas feministas “En México, desde comienzos de 2019 la Ley Nacional de Uso de Fuerza dice que por ningún motivo se podrá hacer uso de armas (de fuego, letales o menos letales) contra quienes participen en manifestaciones o reuniones públicas pacíficas con objeto lícito. Y oficialmente la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la capital no ha adquirido gas lacrimógeno, gas pimienta, cohetones o balas de goma para contener movilizaciones sociales. Sin embargo, cada vez que el movimiento feminista protesta en la capital del país, como lo relatan los colegas de Animal Político y El País América, las organizaciones de defensa de los derechos de la mujer y las manifestantes denuncian el uso de esos equipos para dispersarlas” (Ibidem).
Estas sólo son pequeñas muestras de la que se posiciona como la nueva estrategia favorita de la 4T, aquella que prometía en los años de campaña entre flores y colores, que no usaría las fuerzas armadas para reprimir al pueblo, ahora mantiene a México, bajo su bota cínica y desvergonzada, es momento de que el mismo pueblo se levante, que millones alcen la voz e impidan que líderes mesiánicos sigan manchándose las manos de sangre impunemente y cumplan con lo prometido y no nos amenacen con una bota sobre nuestros cuellos.