El pasado fin de semana, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reveló que, en agosto de este año, los medicamentos se encarecieron por segunda ocasión desde que habían repuntado los contagios de Covid-19 en 2020. El alza fue de 6.7 por ciento, la mayor en los últimos cuatro años; es decir, coincide con los años de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
De acuerdo con información del diario El Universal, publicada el 13 de septiembre, las mayores alzas en medicamentos se han producido en expectorantes (fármacos que favorecen la expulsión de secreciones bronquiales), cuyo aumento anual ha sido de 10.5 por ciento; analgésicos, con 8.8 por ciento; antigripales, 8.5; anticonceptivos y hormonales, 9.9 por ciento; para control de la diabetes, 7.6 por ciento; nutricionales, 7.1; gastrointestinales, 6.6; y antibióticos, 6.5 por ciento.
Y aunque estos incrementos se justifican por el alza del 102 por ciento en los costos de producción hasta agosto de 2022 –derivada del conflicto en el mercado internacional de hidrocarburos y del gas seco que utiliza la industria químico-farmacéutica– lo cierto es que pudo ser menor si el Sector Salud del gobierno de AMLO tuviera un plan eficiente para evitar la dependencia en los insumos y principios activos requeridos, el 55 por ciento de los cuales proviene de otras naciones.
Pero el alza de los precios en los medicamentos no es el único problema para muchos mexicanos; los servicios privados de salud se han encarecido 4.8 por ciento en promedio; la consulta médica general aumentó 5.8 por ciento; la materna, 5.2; la hospitalización por parto, 5.5; y la general, 4.8 por ciento. A todo esto hay que sumar la escasez de los medicamentos necesarios para atender la demanda específica de los padecimientos más delicados como cáncer, diabetes y enfermedades cardiacas.
La pandemia de Covid-19 propició una mayor demanda y el Sector Salud oficial resultó insuficiente para brindar los servicios a la mayoría de la población; por eso muchas familias no tuvieron otra opción que recurrir al servicio médico privado que, entre 2018 y 2020, creció al menos 40.5 por ciento, según la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) del Inegi; como consecuencia de lo anterior, el desembolso de las personas pasó del 2.6 al 4.5 por ciento en esos tres años.
Estos gastos de las familias mexicanas en el sector médico privado se distribuyeron de la siguiente manera: el 25.4 por ciento en medicamentos con receta y el 12.1 sin receta; el 23.7 por ciento en consultas y el 19.1 en atención hospitalaria. Como siempre, las familias más pobres y con menores niveles de ingreso son las más afectadas tanto por las enfermedades como por la falta de atención médica; ya que, entre ellas, el porcentaje de gasto fue del 29.3 por ciento en medicamentos con receta y 14.1 por ciento sin ésta.
En México, el Sector Salud entrega el 54 por ciento de los medicamentos “gratuitamente” y el restante 45 por ciento corre por cuenta de las familias; aunque este porcentaje –como en el caso de las consultas– puede ser mayor desde que el Seguro Popular fue sustituido por el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) que, después de fracasar en abril, fue incorporado al Instituto Mexicano del Seguro Social con el nombre IMSS-Bienestar.
Con este gobierno, el sistema de salud del país ha colapsado; 38 por ciento de los mexicanos, unos 48 millones, viven la tragedia de no contar con servicios sanitarios del IMSS o el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores al Servicio del Estado (ISSSTE) y tampoco tienen la posibilidad de contratar un servicio médico privado.
La salud de los mexicanos es un problema pendiente; a los problemas ya citados se suma el desabasto de insumos médicos que afecta al sector oficial: en el primer trimestre de este año, el IMSS dejó de surtir muchas más recetas que en el trienio 2017-2019; y la falta de medicamentos continúa debido a la torpeza y negligencia del Gobierno Federal.
El Presidente insiste en que México tendría un sistema de salud envidiable en todo el mundo, pero olvida que lleva cuatro años en el poder y no se registra una micra de avance hacia ese objetivo. Hoy, al parecer, está prohibido enfermarse, porque los medicamentos y las consultas aumentaron sus costos y se volvieron inalcanzables para nuestras familias, que siguen muriendo, aunque usted no lo crea, porque no pueden comprar un humilde mejoral. Por el momento, querido lector, es todo.