El envío a Ucrania de enormes tanques de guerra (de fabricación alemana y norteamericana, entre otros), constituye el nuevo episodio agresivo de los Estados Unidos, cabeza real de la OTAN, en su afán de exterminar a Rusia, China y a quien se les ponga enfrente, para evitar que se consolide un mundo que cuente con varios polos de poder económico y político que sustituyan al poder avasallador obtenido por los norteamericanos después de la Segunda Guerra Mundial, poder que ha venido debilitándose paulatinamente.
El envío de esos enormes tanques a la zona de guerra y la posibilidad de que avancen e ingresen a territorio ruso dando paso a otras armas de destrucción masiva significa abrir aún más la puerta a la situación más peligrosa para la paz y la sobrevivencia del mundo desde hace más de medio siglo. La nueva escalada verbal y militar de la OTAN se da al cumplirse casi un año de iniciada la operación militar especial ordenada por Vladimir Putin, mediante la cual tropas rusas entraron en Ucrania a detener la creciente expansión militar de la OTAN alrededor de Rusia, expansión que ponía en riesgo inminente de ataque militar y disolución a este país, y a desnazificar el territorio ucraniano copado de grupos armados literalmente inspirados en los nazis.
En esa ocasión, al anunciar en febrero de 2022 la operación para detener el cerco de la OTAN alrededor de Rusia, que tenía a Ucrania como siguiente objetivo para instalar bases militares a unos pasos del territorio ruso, Putin dijo: “Es algo que nos causa especial inquietud y preocupación. Se trata de esas amenazas fundamentales que, año tras año, paso a paso, crean groseramente y sin miramientos los políticos irresponsables de Occidente contra nuestro país. Me refiero a la expansión del bloque de la OTAN hacia el este, al acercamiento de su infraestructura militar a las fronteras de Rusia»… Recordó que en las últimas décadas Moscú ha intentado negociar con la OTAN para garantizar una seguridad igual e indivisible, pero como respuesta se encontró con el engaño cínico o el chantaje. “Es bien sabido que durante 30 años hemos tratado de negociar persistente y pacientemente los principios de una seguridad igual e indivisible en Europa con los principales países de la OTAN. Nos hemos enfrentado constantemente a engaños y mentiras cínicas o a intentos de presión y chantaje en respuesta a nuestras propuestas”. (Russia Today).
A partir de la decisión de Putin de enviar tropas rusas a evitar que Ucrania se convirtiera en el siguiente asidero de la OTAN para desbaratar a Rusia, el mundo ha visto como Estados Unidos ha intentado bloquear económicamente todo lo que provenga de ese país y atizó el fuego de la guerra proporcionando armamento, tropas mercenarias y entrenamiento militar al ejército de Ucrania. Junto con eso, se ha desatado una campaña mediática mundial para que olvidemos que la responsabilidad de que las cosas hayan llegado a este extremo no es de los rusos sino de los integrantes de la OTAN, quienes llevaban años asediándolos y asesinando a ciudadanos de origen ruso en la región del Donbass, una de las que ha recuperado Rusia desde que inició la operación especial.
En su misma línea tradicional de atizar y escalar guerras, los mandos militares de EE. UU. iniciaron el 2023 con amenazantes declaraciones desde Ramstein, Alemania, en donde se encuentra la mayor instalación de la Fuerza Aérea norteamericana fuera del territorio de los Estados Unidos. Ahí, el secretario de Defensa estadounidense Lloyd Austin y el presidente del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley participaron en una rueda de prensa en la que anunciaron una ofensiva para derrotar a Rusia. El portal wsws.org dijo que “Milley anunció el compromiso de EE.UU. y la OTAN de ´pasar a la ofensiva para liberar el territorio ucraniano ocupado por Rusia´. Repitió que Ucrania utilizará vehículos acorazados y tanques de la OTAN para tomar ´la ofensiva táctica y operacional para liberar las áreas ocupadas´. Esta declaración apuesta todo el prestigio de la Alianza Atlántica en la reconquista de todo el territorio ucraniano. Según EE.UU., esto incluye todo el Donbass y la península de Crimea”.
Por su parte, el Gobierno de Rusia ha respondido al envío de los tanques en los términos más enérgicos: “Arderán como el resto”, ha manifestado este miércoles Dmitri Peskov, portavoz de Vladímir Putin. Moscú habló en el pasado de “líneas rojas” en el suministro de otras armas a Kiev, pero el envío de tanques M-1 Abrams estadounidenses y Leopard 2 alemanes y de otros países europeos no le llevará a descolgar el teléfono. A la pregunta de si Moscú mantendrá conversaciones con Berlín sobre este nuevo capítulo de la guerra, Peskov se ha mostrado tan escueto como tajante: “No se llevarán a cabo”. “Repetimos: estos tanques arderán como todos los demás. Son muy caros y todo esto recaerá, en primer lugar, sobre los hombros de los contribuyentes europeos. Los estadounidenses, como siempre, permanecerán al margen y, muy probablemente, sacarán unas buenas ganancias”. (EL PAÍS, 24 de enero.)
Estamos, pues, ante un peligro renovado de un estallamiento mayor de la guerra y un enfrentamiento directo entre potencias nucleares. La conclusión del autor de la nota arriba citada de wsws.org es sumamente preocupante: “en la medida en que surjan todos los desafíos inmensos que entraña la nueva estrategia estadounidense en los próximos meses y aumenten las muertes de soldados ucranianos, se planteará inevitablemente la demanda de que la OTAN despliegue tropas directamente en la guerra. Esto significaría un combate directo entre soldados estadounidenses y rusos en el primer conflicto general entre dos Estados con armas nucleares en la historia”. Y si eso ocurre, estaríamos ante la Tercera Guerra Mundial cuyo desenlace nadie viviría para contarlo.
Ante este nuevo giro de los acontecimientos en Ucrania, cuanta razón contienen las palabras escritas por el ingeniero Aquiles Córdova Morán a principios del conflicto: “En Ucrania se dirime el futuro del planeta: Estados Unidos quiere un mundo unificado bajo su mando para su exclusivo beneficio; el bloque contrario persigue un mundo multipolar, con la riqueza social mejor repartida entre todas las naciones del planeta. Los partidarios de la hegemonía norteamericana condenan a Rusia con los términos más duros que se les ocurren; quienes queremos un mundo menos injusto y cruel para el género humano, pensamos lo contrario. Y no es que esperemos que Rusia y China nos traigan la felicidad embotellada y lista para nuestro consumo; simplemente estamos seguros de que su triunfo abrirá las puertas de la prisión imperialista a los pueblos de la tierra para su libre desarrollo. Libertad para que los mexicanos podamos construir nuestro propio futuro según nuestros deseos y capacidades, es lo único que necesitamos y esperamos de un nuevo orden mundial. Por eso llamamos al pueblo de México a luchar decididamente por su derecho a un mundo mejor. Eso es todo”.