La verdadera razón de que hoy López Obrador esté en el poder responde a una necesidad de las clases pudientes de nuestro país, y de Estados Unidos
Guadalupe Orona Urías
Hoy quiero compartir con todos ustedes algunas ideas y reflexiones sobre los últimos datos que nos proporciona el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), respecto a la medición de los niveles de pobreza en nuestro país. Pero antes me interesa recordar algunas de las opiniones de Antorcha sobre El candidato Andrés Manuel López Obrador.
Algunos quizás tengan presente que, en vísperas de las elecciones presidenciales pasadas, y años antes, comentamos que el entonces candidato Andrés Manuel López Obrador no sería la alternativa para los problemas del país, ni mucho menos para los sectores más desprotegidos; que el señor realmente era el candidato, a pesar de su discurso de “primero los pobres”, de la clase poderosa, que, percibiendo que los mexicanos estábamos hartos de tanta demagogia, corrupción, desempleo, pobreza y falta de oportunidades para nuestras familias, debían ejecutar la maniobra de un giro de 180 grados a la política nacional, que aparentara cambio, sí, pero que, en el fondo nos dejara igual; como dijo Giuseppe Tomasi di Lampedusa en El gatopardo: “cambiar todo para que nada cambie”.
Y ese es el verdadero gatopardismo al que se reduce la política de López Obrador. O, peor todavía, veían oportuno abonar el terreno para profundizar las políticas neoliberales, más allá que las aplicadas hasta aquel momento por los gobernantes anteriores. Los personajes del verdadero poder fáctico consideraron necesario un cambio de táctica e imponernos como candidato a un personaje con otro ropaje y otro discurso, que se acoplara más y expresara el desahogo social a la frustración y coraje provocados por tantas injusticias y abusos desde el poder.
El neoliberalismo estaba en crisis, se le estaba, y se le está haciendo agua el barco; a los partidos oficiales ya no se les creía, y entonces tuvieron que inventar un partido con una apariencia distinta, cubierto o vestido de izquierda; el obradorismo y el morenismo son la expresión del neoliberalismo en decadencia, pero convenientemente disfrazado.
Es decir, la verdadera razón de que hoy López Obrador esté en el poder responde a una necesidad de las clases pudientes de nuestro país, y de Estados Unidos; es la expresión de una necesidad política, de una clase en particular, de los neoliberales, y es también producto de la izquierda oportunista.
Las consecuencias de su gobierno ya las conocemos; en todo ha beneficiado a los poderosos para los que gobierna, y en mucho ha perjudicado a la inmensa mayoría de los mexicanos; pero el neoliberalismo, representado hoy por la seudoizquierda, necesita mantenerse en el poder a toda costa, aún de la vida misma de los mexicanos, y nos quieren engañar con discursos, malos chistes y cifras disfrazadas de verdad, o con verdades a medias.
Y, derivado, seguramente, del desgaste político que en este momento acusa el partido en el poder ante los nulos resultados ofrecidos a los sectores más necesitados, y al incumplimiento de prácticamente todos sus compromisos, Morena quiere al menos tener algo de que presumir; por eso el presidente ha festejado los datos que recientemente publicó el Coneval, según los cuales disminuyó la cantidad de mexicanos en el umbral de pobreza, según esto, de un 41.9 por ciento en 2018 a 36.3 por ciento para 2022; es decir, de acuerdo con estas cuentas alegres, se redujo, en 5.1 millones, de donde se concluye que la política de la 4T ha sido muy exitosa.
Pero si acercamos un poco la lupa al resto de los datos, podemos decir, cuando menos, que este no se sostiene, que otras cifras, del mismo organismo, lo contradicen; por ejemplo:
La verdadera razón de que hoy López Obrador esté en el poder responde a una necesidad de las clases pudientes de nuestro país, y de Estados Unidos; es la expresión de una necesidad política, de una clase en particular, de los neoliberales, y es también producto de la izquierda oportunista
El Coneval nos dice que la población con ingreso inferior a la línea de pobreza extrema por ingreso es de 15.5 millones, es decir, que estos 15.5 millones de mexicanos no ganan ni para poder alimentarse; pero agrega que la población con ingreso a la línea de pobreza no extrema es de 56.1 millones; o sea, en total tenemos que son 71.6 millones de mexicanos cuyos ingresos son insuficientes para sostener los gastos de la familia, que son pobres. Así que, ¿cómo se puede sostener la cifra de que solamente existen 46.8 millones en la pobreza, o que haya disminuido? ¡Ojalá fuera cierto!
Los indicadores que asume el Coneval como base para considerar Líneas de Pobreza por Ingresos: “para adquirir los bienes y servicios que precisan para satisfacer sus necesidades (alimentarias y no alimentarias); esto es, que se identifica a las personas con un ingreso inferior a $4,158.35 mensuales para las zonas urbanas y $2,970.76 mensuales para zonas rurales”. Y, en el caso de Pobreza Extrema por Ingresos, el parámetro es de “$2,086.21 y $1,600.18 en zonas urbanas y rurales, respectivamente”. De acuerdo con estas medidas, con un ingreso muy bajo, de hambre, se demuestra que, como decía renglones arriba, tenemos 71.6 millones de mexicanos con ingresos insuficientes para sostenerse dignamente.
Pero, además, a esto agreguemos que el mismo informe nos dice que, solamente existen 34.9 millones de mexicanos que no son pobres o no vulnerables, es decir, que son clases medias o clases altas; entonces, ¿los demás, en qué nivel estamos? Si contabilizamos que somos aproximadamente, en números redondos, 130 millones de habitantes, tendremos que la cifra de pobres no es ni de 46.8, ni de 71.6 millones, sino de 95.1 millones de mexicanos. Cifra que, por cierto, coincide más con las estimadas por otros investigadores y estudiosos de la pobreza, como la doctora Araceli Damián y el doctor Julio Boltvinik.
Pero, si estos datos ya de por sí escandalosos, nos revelan toda nuestra realidad, veamos la cantidad de mexicanos que hoy, en el gobierno de la 4T, perdieron el derecho a la salud, el derecho a la vida: 30.3 millones más; antes, en 2018, 20.1 millones no tenían ningún servicio de salud; en 2022 esa cifra aumentó a 50.4 millones.
Los mexicanos siguen sin servicios básicos: la 4T solo avanzó 1.4% en cinco años en garantizar estos servicios, según el Coneval. Asimismo, la población con al menos tres carencias en su hogar aumentó de 25 millones a 32 millones. Y, ahora, el rezago educativo es mayor: en 2018 había 23.5 millones de mexicanos en tal situación, y para 2022, aumentó a 25.1 millones.
El doctor Boltvinik, académico especialista en pobreza, investigador en El Colegio de México (Colmex), asegura que la pobreza en México es mayor que la que oficialmente reportan organismos como el Coneval. El gobierno federal no quiere reconocer, no admite el problema ni los errores. Algunos casos desmienten la reducción en pobreza por la vía de los hechos. Igualmente crítica como se minimizan los datos y señala que el método utilizado para determinar la cantidad de pobres es erróneo; el Coneval usa un método “minimalista y tramposo”; “minimalista porque pone umbrales muy bajos, pone un ingreso muy bajo para no ser pobre”; además, menciona que las carencias sociales no están bien analizadas, puesto que “basta con tener una llave en el hogar para ya tener agua o acepta dos y media personas por cuarto para no ser hacinamiento”. Además, nos dice que el Coneval “compara el ingreso total del hogar contra lo que cuestan los alimentos crudos. La gente gasta en otras cosas, ropa, vivienda, electricidad, transporte”.
Lo cierto, es que, como bien señala el Dr. Boltvinik: “La realidad choca de frente con los datos de la 4T: los mexicanos no tienen salud, no viven mejor y no pueden pagar una educación digna para sus hijos, pese a que en los números se diga que hay menos pobres. La prioridad de la 4T es fabricar discursos para la próxima campaña presidencial que no se sustentan en la realidad para mantenerse en el poder a costa del sufrimiento de los mexicanos”.
Reconozcamos nosotros esta negra realidad que clama a gritos por un verdadero cambio, y no por uno cosmético, y no nos dejemos engañar más; tratemos siempre de descubrir la causa del hoy “fenómeno” Morena-López Obrador; mantengamos la convicción de que un verdadero cambio para el pueblo de México, solo podrá ser obra del propio pueblo, organizado y consciente; de nadie más.