Para algunos 2023 ha sido uno de los mejores años en términos económicos, pues, según los indicadores oficiales y las proyecciones de diversas instituciones el Producto Interno Bruto (PIB) de México creció alrededor de 3 por ciento, la inversión Extranjera Directa anual (IED) aumentó 6 por ciento respecto al año anterior y el país se posicionó como principal socio comercial de Estados Unidos con una participación de 15.6 por ciento del total de la sumatoria de exportaciones e importaciones.
El Gobierno de AMLO: ¿Un nuevo milagro mexicano o una ilusión pasajera?
Andrés Manuel López Obrador (AMLO) afirma que México tiene estabilidad financiera y política, y que se está beneficiando del nearshoring, es decir, el traslado de empresas extranjeras a países cercanos a sus mercados de destino; no estoy en contra de que a México le vaya bien, estoy en contra de que López utilice estos indicadores indiscriminadamente a su favor, pues no todo el crecimiento económico es producto de la gestión gubernamental y, no es casualidad que él no hable de los indicadores que cerraron a la baja este año.
A pesar del crecimiento registrado en 2023, el PIB por habitante retrocederá 3 por ciento, según el Centro de Estudios Espinoza Yglesias (CEEY). Esto significa que el bienestar de la población no ha mejorado, sino que se ha estancado, asimismo, el país enfrenta diversos obstáculos que podrían frenar o revertir el avance económico, tales como la inseguridad, la escasez de recursos naturales, los rezagos en materia energética, la inflación, la pobreza y la desigualdad.
Nearshoring, una oportunidad histórica
Según PwC, el nearshoring podría traer a México entre 1.2 y 2.2 puntos adicionales al PIB en los próximos años, lo que representaría un incremento de entre 30 y 55 mil millones de dólares mil millones de dólares anuales; esto se traduce en más inversión, más empleo, más ingresos fiscales y más divisas. Además, el nearshoring podría diversificar la estructura automotriz, el aeroespacial, el eléctrico, el electrónico, el farmacéutico y el médico.
Sin embargo, el nearshoring no es una panacea ni una garantía de éxito económico; México tiene que competir con otros países que también ofrecen ventajas comparativas y competitivas, como Canadá, Brasil, Colombia, Chile y Perú. Además, tiene que enfrentar una serie de desafíos internos que menazan con socavar el potencial de crecimiento, como la violencia, la corrupción, la falta de infraestructura, la dependencia energética, la inflación, la pobreza y la desigualdad.
Retos mayúsculos
Uno de los principales problemas que aquejan al país es la inseguridad, que afecta tanto a la población como a las empresas, según el Índice de Paz México 2023, representó un costo económico de 4.57 billones de pesos, equivalente al 21.3 por ciento del PIB. La violencia genera pérdidas humanas, materiales y financieras, así como un clima de incertidumbre y desconfianza que inhibe la inversión y el consumo.
Otro de los grandes retos que enfrenta México es la escasez de agua, que se ha agudizado por el cambio climático, el crecimiento demográfico, la sobreexplotación de los acuíferos y la falta de una gestión eficiente y sustentable del recurso. Según la Comisión Nacional del Agua (Conagua), el 77 por ciento de las cuencas hidrológicas del país presentan algún grado de estrés hídrico, y el 36 por ciento de la población vive en zonas con alta o muy alta vulnerabilidad al desabasto. La falta de agua afecta la salud, la alimentación, la producción agrícola, industrial y energética, y la competitividad del país.
Un tercer desafío que tiene que superar México es el rezago en materia energética, que se ha manifestado en apagones, alzas de precios, dependencia de importaciones y vulnerabilidad a contingencias externas. El país tiene un déficit de generación, transmisión y distribución de electricidad, así como una baja participación de las energías renovables en la matriz energética. Según la Secretaría de Energía (Sener), la demanda de electricidad crecerá 2.8 por ciento anual en promedio hasta 2032, mientras que la capacidad instalada solo aumentará 1.9 por ciento. Además, el 75 por ciento de la electricidad se genera a partir de combustibles fósiles, lo que implica altos costos económicos y ambientales.
López Obrador no puede actuar solo, sino que tiene que contar con el apoyo y la colaboración de otros actores sociales, como el sector privado, la sociedad civil, los medios de comunicación que tanto ha criticado, las organizaciones internacionales y los gobiernos locales y regionales. Solo así se podrá construir un consenso nacional que permita diseñar e implementar políticas públicas efectivas, eficientes y equitativas, que atiendan las necesidades y demandas de la población, y que aprovechen las oportunidades y mitiguen los riesgos que ofrece el contexto global.
El sector privado tiene un papel fundamental en el desarrollo económico del país, ya que es el principal generador de empleo, inversión, innovación y riqueza. Sin embargo, también tiene una responsabilidad social y ambiental, que implica cumplir con sus obligaciones fiscales, laborales y ecológicas, así como contribuir al bienestar de las comunidades donde opera. El sector privado debe ser un aliado y un contrapeso del Gobierno, que colabore en la solución de los problemas nacionales, pero que también exija transparencia, rendición de cuentas y respeto al estado de derecho.