- Las ofrendas de los ritos ceremoniales arrojan la luz del pasado para comprender mejor a las culturas originarias, su manera de entender y relacionarse con el universo: María Cristina García Cepeda
Los resultados de las investigaciones arqueológicas en la cueva de Puyil, conocida como de San Felipe y ubicada en la comunidad de Puxcatán, en Tacotalpa, Tabasco, abren nuevas rutas de conocimiento sobre los ancestros mayas que habitaron en México, gracias al hallazgo de piezas y restos arqueológicos que van del periodo 650 después de Cristo hasta otros datados en la prehistoria hace más de 7 mil años.
La secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda; Arturo Núñez Jiménez, gobernador del estado de Tabasco y Diego Prieto, director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia, presentaron ante los medios de comunicación los pormenores de esta investigación en torno a la cueva de 75 metros de largo con cámaras formadas hace miles de años, acompañados por el investigador Luis Alberto Martos López.
Esta exposición —agregó— y los resultados de esta investigación de tantos años añade información sobre los periodos más remotos de nuestra cultura, sobre los ancestros de Tabasco y sobre todo, de esas huellas que develan cómo nuestra cultura se cimenta en la identidad de quienes nos precedieron en el tiempo».
Se encontraron asimismo las estructuras óseas de 29 individuos, incluyendo esqueletos de niños de entre cinco y 10 años. Algunos de los restos presentaban deformación craneal y estaban rodeados con piezas y conchas de Honduras, Guatemala y de México que eran parte del mapa maya antiguo.
El investigador expuso que los resultados confirmaron que algunos de los cráneos pertenecen al año 650 después de Cristo, pero otros sorprendieron a los investigadores al estar datados en 2500 y hasta 7 mil años antes de Cristo.
Durante el recorrido inaugural por la exposición Puyil. La cueva de los ancestros, los asistentes pudieron apreciar diversos restos óseos, cráneos con deformaciones rituales presentes en la cultura maya, el cráneo de un niño junto con partes de un caparazón de tortuga.
Entre los hallazgos destacan los restos óseos localizados en la última cámara que se encontraron en una posición primaria junto con ofrendas como orejeras de concha y una punta de proyectil de pedernal. También se exhiben ofrendas de puntas de obsidiana, conchas, un punzón de hueso de venado, hachas de piedra verde y vasijas globulares de cerámica presentes en los rituales de lluvia.