Así es el descaro de la esperanza de México.
Sandra Canedo Nava
Parece de película de terror la vida diaria en Michoacán: guerra entre cárteles, violencia, homicidios diarios y pocas soluciones para garantizar la seguridad de quienes se quedan en medio del fuego cruzado.
En los recientes días nos enteramos, por diversos medios de comunicación, del asesinato del presidente municipal de Aguililla, César Arturo Valencia Caballero, y su asesor en el Ayuntamiento, René Cervantes Gaytán, casos aún en investigación.
También supimos de un fuerte enfrentamiento armado en la comunidad San Juan Nuevo Parangaricutiro; sin discusión son casos que indignan, pero en medio de estos sucesos violentos, lo que causa mayor indignación es la reacción del presidente, Andrés Manuel López Obrador, quien en su conferencia mañanera del viernes 11 de marzo, como ya es su costumbre, negó la realidad que todos vemos, todos menos él, y argumentó en el combate al homicidio el Gobierno mexicano ha avanzado y que, según él, ya no es un asunto nacional, pues en casi la mitad de los estados hay diminución de casos; y como cereza en el pastel, puso como ejemplo que el mismo jueves, en 12 o 15 estados, no hubo un solo homicidio. Vaya tranquilidad.
Pero para que los familiares de los asesinados se sintieran más tranquilos, además de expresar su pésame, informó, tome nota amigo lector, que su gobierno ya lleva meses trabajando en la zona de Aguililla, y para demostrarlo, aseguró que antes estaba tomada la zona y ahora ya no, y que la gente que se había ido del lugar ya regresó.
Además, una vez más, les echó la culpa a los gobiernos del pasado porque los homicidios se concentran, dijo, en estados donde hay más grupos de la delincuencia organizada surgidos en la época de Felipe Calderón, como Michoacán y Guanajuato.
Y no solo eso, para tratar de salir limpio de toda esta situación, también culpó al sensacionalismo conservador porque busca crear un ambiente de que en México impera la violencia: “Quisieran ver proyectar esa imagen de un México en llamas, porque lo que está en el fondo es su preocupación por los cambios que se están llevando a cabo, las transformaciones; quieren mantener sus privilegios, seguir robando, pero como ya no pueden, ahora hay una campaña de desprestigio”.
El mismo discurso de siempre “es que como antes”, “como ya no pueden”, “como eso ya eso se acabó”, “como quieren seguir robando”, etcétera, etcétera. No olvidemos que, según el presidente, vivimos en un país “feliz, feliz, feliz”.
Amigos y amigas lectores, entonces todo lo que veamos en los medios y lo que pase en nuestros pueblos, colonias y comunidades, es mentira, no ocurre, estamos locos, porque López Obrador dice que tiene otros datos, y así debe ser en el mundo que él imagina en su cabeza.
No olvidemos que también apenas el 27 de febrero hubo una masacre de civiles durante un velorio en la comunidad San José de Gracia, municipio de Marcos Castellanos, ¿eso también es parte del sensacionalismo conservador? Hubo al menos 11 personas muertas, ¿lo dejamos de lado, lo olvidamos para no contribuir en proyectar una imagen de México en llamas, para que no haya una campaña de desprestigio de la Cuarta Transformación? Alguien que vea esto y lo ignore, como lo hace López Obrador, no es más que persona insensible y con ello el sistema que impera en nuestro país y en las bases más profundas de la 4T logra su cometido en la población, deshumanizar, dividir, crear odio, separar al pueblo.
Con ello, informo de un dato más: en lo que va de marzo ya han sido asesinadas por lo menos 66 personas en Michoacán, un mes sangriento; esta cadena de violencia la traemos arrastrando desde 2021, año en el que el estado encabezó la lista de las 50 ciudades más peligrosas del mundo, con Zamora, registrando una tasa de 196.3 homicidios por cada 100 mil habitantes; otras ciudades también de la entidad son Uruapan (octavo lugar) con 73 homicidios por cada 100 mil habitantes y Morelia (lugar 34) con una tasa de 40.81.
Estoy convencida que este sexenio terminará y los resultados que tanto esperó la gente que creyó en las promesas de AMLO, nunca llegarán, que priorizar en el pueblo pobre el desarrollo y bienestar fue otra mentira más, de todas las que ya sabemos, que las muertes por violencia, por pandemia y por otras circunstancias quedarán impunes, en el archivo de lo que fue la Cuarta Transformación: una transformación de cuarta. Y aún se atreven a invitar a la gente a participar en la consulta de revocación de mandato, pero no para quitar al presidente, sino para que se quede. Así es el descaro de la esperanza de México.